El 14 de junio de 1985 trascendieron los detalles del Plan Austral que el presidente Raúl Alfonsín se aprontaba a lanzar. El programa del ministro de Economía Juan Vital Sourrouille buscaba combatir la alta inflación. Para ello se propusieron distintas medidas, que incluyó una reforma monetaria con el reemplazo del peso moneda nacional por el "austral", equivalente a 1.000 pesos. Fragmentos de La hora del shock, nota de Gabriel Grinberg publicada en la edición nº 40 de El Periodista de Buenos Aires, el 14 de junio de 1985.
"El gobierno preparó un nuevo plan antiinflacionario abandonando el clásico gradualismo radical para adoptar la política del shock. Este paquete incluye un sustancial aumento de los impuestos, una dureza monetaria que se traducirá en elevadas tasas de interés y un ritmo de devaluación más acelerado. También se congelarán los precios y salarios y habrá un cambio de moneda para producir un impacto psicológico.
En el cierre de esta edición el gobierno terminaba de pergeñar un despiadado plan económico de emergencia para reducir la tasa de inflación que, de acuerdo con las estimaciones más optimistas, en junio volvería a ser del 30%. El nuevo programa combina una serie de medidas tendientes a reducir el déficit fiscal mediante un fuerte aumento de los impuestos, especialmente los que gravan al patrimonio de las personas (se calcula que en el país existen unas 500.000 personas de altos ingresos que podrían tributar 500 dólares al año) y una política monetaria sumamente contractiva destinada a forzar una reducción en la tasa de incremento de los precios, siguiendo la metodología aplicada en los últimos meses, que se tradujo en una continuada presión alcista sobre la tasa de interés. Al mismo tiempo, se anunciaría un congelamiento de precios y salarios, y se modificaría la denominación del peso con el propósito de eliminar ceros y producir un shock psicológico. La nueva moneda con la que los argentinos realizarían sus transacciones corrientes se pasaría a denominar escudo y el cambio se efectuaría en forma inmediata, para lo que también se especulaba en los más altos niveles del gobierno en decretar un feriado bancario de 24 o 48 horas, de manera que las entidades financieras puedan sellar con el nuevo nombre los billetes actualmente en circulación.
UN PROBLEMA DE LÓGICA
Este nuevo plan económico es la lógica conclusión de la ronda de negociaciones que los funcionarios del Ministerio de Economía llevaron a cabo con los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para reactualizar el convenio stand by de refinanciación de la deuda externa. Como anticipo de los anuncios que serán realizados en las próximas horas, se decretó una devaluación compensada del 15%, la que, sumada al incremento diario del dólar oficial de 1,32% que se aplica desde principios de junio se traduce en una devaluación de casi 35% en lo que va del mes.
La nueva orientación adoptada por el gobierno radical es la del shock, en abandono de los postulados del ajuste gradualista defendidos por el ministro de Economía, Juan Vital Sourrouille, a la luz de los resultados obtenidos en poco más de tres meses. Y nada lleva a pensar que, dejando de lado la peculiar heterodoxia de Sourrouille y optando por un programa ortodoxo aún más clásico, se logre reducir la tasa de inflación a niveles razonablemente aceptables y modificar los profundos desequilibrios que han contribuido a profundizar el proceso de ajuste.
Desde ningún punto de vista puede afirmarse que el plan económico que el gobierno se apresta a predicar haya sido elaborado por los mismos técnicos del FMI, pero sí que existen notables coincidencias conceptuales difíciles de disimular. El plan negociado por el gobierno argentino con las autoridades del Fondo Monetario incluye una devaluación más pronunciada en relación con las acumuladas hasta el fin de la semana pasada (equivalente a dos puntos sobre la inflación esperada para el mes), la reducción del déficit fiscal mediante la contracción del gasto público y el incremento de la recaudación fiscal. De esa manera se generará una menor cantidad de dinero primario, es decir, el Banco Central dejará de emitir pesos para hacer frente a las necesidades de financiamiento de los gastos estatales que no pueden ser financiados mediante la recaudación impositiva. Y este es, justamente, uno de los principales problemas que el gobierno radical no pudo resolver hasta el momento, ya que con el déficit fiscal no se puede proceder con la simpleza que preconizan los liberales a partir de una reducción generalizada de los gastos corrientes del Estado.
La contrapartida de esta política es una profunda caída salarial que en parte se aplica en el país desde hace tres meses y que ahora se profundizará. Además, este tipo de orientación tiene un límite casi físico que está dado por la necesidad de mantener activos los principales resortes
del Estado para que la estructura económica del país continúe en funcionamiento. En realidad, una postura más coherente sería la de volver al laisez faire de los economistas clásicos del siglo pasado y abolir el aparato estatal. El ex presidente del Banco Central, Domingo Cavallo, planteó una posición cercana a este extremo en el plano monetario durante una conferencia que brindó en el congreso de economistas organizado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, al postular la eliminación del Banco Central como órgano de control financiero.
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SALARIOS EN BAJA, PRECIOS EN ALZA
En lo que respecta al congelamiento de precios y salarios que el gobierno se prepara a anunciar, sólo cabe esperar un resultado: una mayor caída salarial que traerá aparejado un achicamiento del mercado interno por efecto de la menor demanda y también de la reducción de la oferta de las empresas, que presionarán con el desabastecimiento para eludir los controles de precios mediante la doble facturación. Los salarios cayeron en el mes de abril, con relación al mismo mes del año pasado, en la administración pública, a una tasa promedio del 37% y en el sector privado de 20 a 30%, según un estudio elaborado por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Asimismo, según los datos de la Secretaría de Energía, el consumo de electricidad en la industria acusó una caída generalizada (construcción, -3,8%; maquinaria y equipos -8,2%; productos no metálicos, -10,3%; textiles -11,1%; maderas, -17,4%; con la excepción del sector de alimentos y bebidas, que incrementó el consumo de energía en 6,6%, anticipando una dramática realidad recesiva que se irá profundizando en los próximos meses.
El plan estabilizador del gobierno radical difícilmente podrá sentar las gases de una nueva acumulación de riqueza capaz de reconstruir el parque industrial y lograr una genuina reactivación económica.
El shock estabilizador del gobierno pretende modificar las expectativas de los 'operadores económicos' para comenzar a 'desindexar la economía', según contó a EL PERIODISTA una alta fuente gubernamental. Entre el conjunto de medidas preparadas se anunciará el cambio en la denominación de la moneda que, como ya se dijo, posiblemente se llame escudo y cuyo respaldo serán los saldos positivos de la balanza comercial y el crédito originado en el sector privado, evitando así que el Banco Central emita moneda para financiar los gastos estatales, que deberán ser cubiertos por la recaudación impositiva.
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El gobierno, falto de una estrategia de largo plazo para hacer frente al problema del endeudamiento externo, resolvió aplicar una vieja receta conocida que brindará resultados también conocidos. Lo que está sucediendo en México es un ejemplo."
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