La noche del 16 de junio de 1985 fue vista por última vez la doctora cordobesa Cecilia Giubileo. Ese domingo tomó su guardia en la Colonia Montes de Oca, un instituto psiquiátrico cercano a la ciudad bonaerense de Luján, y nunca más apareció. Jamás se pudieron determinar las circunstancias de su ausencia, de la que se tejieron muchas versiones, algunas inverosímiles. Su caso, uno de los hechos policiales más resonantes de las últimas décadas, fue fue archivado definitivamente en el año 2000. Tramos de Mi hija vivía con miedo porque estaba amenazada, nota de Pedro Rubén Canoppia en la revista Libre el 16 de julio de 1985.
"Humberto 1º 1940, 2º piso '17'; aquí vivió hasta el día 16 de junio, cuando desapareciera de la Colonia Psiquiátrica Montes de Oca, mientras realizaba una guardia, la doctora Cecilia Enriqueta Giubileo. Ahora su madre, que viajó desde Córdoba para seguir de cerca los pasos de la investigación que la policía realiza para esclarecer la misteriosa ausencia de su hija, ocupa la vivienda. Una voz apagada, casi acongojada, responde al llamado de LIBRE. Hay, primero, una negativa, argumentando un malestar físico pero ante la insistencia, la puerta se abre y la señora María Lanezzi de Giubileo nos hace pasar. En el living, hay una cama; sobre una mesa cubierta por un mantel tejido,se amontonan los diarios del día, unos lentes atornasolados -que pertenecen a la doctora-, fotos de la médica y un rosario, que la señora de Giubileo agarra y va pasando de una a otra de sus manos nerviosamente.
(...)
'Ella sabía que su vida corría peligro'
-Discúlpeme estos silencios, pero usted sabrá comprender. Yo sé que ella aparecerá con vida, que Dios la va a ayudar; pero no tener la menor noticia, el menor indicio de dónde está, es algo terrible. Pero volviendo a su pregunta le voy a decir que mi hija tenía miedo porque había sido amenazada. La primera amenaza le llegó por medio de una supervisora del Montes de Oca. Creo que su nombre el Mabel Tenca. Ella le transmitió un mensaje que le habrían hecho llegar telefónicamente. Mi hija no podía tener enemigos, pero ya le digo, hay gente con mucha maldad.
-Señora, ¿por qué dice que ésa fue la primera amenaza que su hija habría recibido?
-Porque sé que hubo otras; sin ir más lejos, dos días antes de su desaparición, ella me llamó a Córdoba y me dijo que quería hablar urgentemente conmigo, que tenía algo muy importante que decirme y que no podía hacerlo por teléfono. Antes de despedirse me dijo: 'Tenemos que hablar lo antes posible, porque todo lo que yo tengo me costó mucho ganarlo...'
-Además de las amenazas, ¿hubo algún otro hecho que le hiciera pensar que su hija corría peligro?
-Sí. La última vez que la visité, estábamos viendo la televisión, el programa de Moria Casán. Durante una propaganda, mi hija se levantó y me dijo: 'Mamá, presiento que algo terrible va a pasar...'. Imagínese; estábamos viendo un programa cómico y yo no le presté demasiada atención. Ahora me doy cuenta de que mi hija presintió que lo que iba a pasar, o al menos sabía que corría un serio peligro.
(...)
-Su hija estuvo casada con Pablo Chabrol. El padre de su yerno, recientemente, se presentó a declarar en el juicio a las juntas militares, donde se supo que tiene dos hijos desaparecidos, uno que estuvo detenido por razones políticas y un cuarto que, junto al esposo de Cecilia, debió exiliarse acosado por los grupos parapoliciales que actuaron en la represión. ¿Cree usted que todo esto podría vincularse con su desaparición?
-No, señor. Mi hija se casó con Pablo a fines del '72. Fue de un día para el otro; habrán noviado 15 días, apenas. Se casaron y se fueron a recorrer Europa. A mi hija le había quedado una materia para rendir. A los 5 meses, para que pudiera volver de España, nosotros debimos mandarle dinero. Ya vino separada. Nunca habló abiertamente de los motivos de la separación, pero una vez llorando me contó que él era un hombre brutal y que estaba cansada de que la golpeara. Pero todo esto ocurrió mucho antes de que al señor Chabrol le secuestraran a sus hijos. No creo que tenga relación una cosa con la otra. Mi hija nunca estuvo metida en política.
Sin embargo, la opinión de la señora de Giubileo parecería poder rebatirse por algunos hechos: en una publicación periodística del '76, el nombre de su hija aparece junto al de otros estudiantes cordobeses, presentándolos como protagonistas del 'Cordobazo'; los antecedentes que tendría como integrante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, y además se ha sabido que la doctora Giubileo guardaba en su departamento un revolver. Son contadas las veces que permitió que la fotografiaran, y a su persistente reserva en cuanto a su pasado, se suma una fogata que hiciera hace unos años para quemar casi todas sus fotos, unos libros y su agenda personal. Terminó tirando las cenizas al inodoro.
Entre amenazas, enigmas, silencios y pocas pistas
-Usted dio a conocer la amenaza que le llegó a su hija por intermedio de Mabel Tenca. ¿Es verdad que ella tiene también las llaves del departamento y del coche de su hija?
-La señorita Tenca estuvo muy cerca de mi hija cuando mi marido enfermó. Él estuvo en este departamento hasta su muerte. Él se lo había regalado. Entonces fue cuando nació la amistad entre mi hija y Mabel Tenca, que es una persona mayor, por su apariencia cercana a los 50 años. No sabría decirle por qué tiene las lleves del departamento y del coche. Supongo que es un gesto de mi hija para corresponder la compañía que ella le hizo durante la enfermedad de mi marido.
LIBRE, durante su investigación, pudo averiguar que Mabel Tenca fue requerida por la policía para prestar declaración. Personas cercanas a la empleada del neuropsiquiátrico, afirman que su conducta sufrió un brusco cambio desde que la doctora desapareció. 'Se la ve nerviosa y temerosa -explicaron-. Esa debe haber sido la causa por la que los policías la llamaron a declarar'.
Cuando salía, luego de cumplir con su tarea en la colonia, trató LIBRE de hablar con la supervisora de enfermeras, pero recibió una terminante negativa. Mabel Tenca estaba visiblemente alterada, a tal punto que, procurando alejarse con su auto, chocó a otro que estaba estacionado y se fue sin detenerse a mirar si existían daños o no.
Volviendo a las amenazas, hay que recordar que en una de ellas, la voz anónima, luego de repetirle el número de la patente de su coche, le dijo a la doctora que sus días estaban contados. Aun después de la desaparición hubo otra misteriosa comunicación. La recibió la familia Litardo, de la localidad bonaerense de Torres y consistió en un aviso: 'La doctora no volverá a ir a su consultorio, así que no se molesten en esperarla'.
'Yo misma recibí varias llamadas la misma noche en que desapareció Cecilia -sigue la señora de Giubileo-. Después de comprobar que efectivamente hablaban con mi casa de Córdoba, hacían un silencio, sin colgar el tubo ni responder cuando y preguntaba quién era. Estas llamadas comenzaron pasada la medianoche y continuaron, casi constantemente, hasta ya entrada la madrugada. Al mismo tiempo, a muchos kilómetros de donde yo estaba, la suerte de mi hija ya estaba echada'.
La policía descubrió que dos de estas llamadas fueron hechas desde Open Door, un pueblo cercano a Torres. Allí se encuentra el Hospital La Cabred, donde también trabajaba la doctora Giubileo.
El timbre suena en el departamento de la doctora Giubileo. Su madre se sobresalta y corre a la puerta. Pero es solo una vecina que le acerca un remedio. Luego de la visita, el nerviosismo inicial vuelve a ganar a la mujer que prefiere dar por terminada la entrevista. Pide, casi ruega, que cualquier novedad se la hagamos saber lo antes posible. La puerta del departamento se cierra, pero para el caso Giubileo se abre un nuevo interrogante.
Cecilia Enriqueta Giubileo, metódicamente se preocupó por ocultar -casi por negar- su pasado. El silencio, muchas veces violentando el diálogo, era la herramienta de su discurso. Un silencio que creyó su aliado, y que hoy se ha convertido en su peor enemigo."
.
Leer más
0 comentarios:
Publicar un comentario