9.4.10

Política nacional

MUERE EL ALMIRANTE ROJAS
El 12 de abril de 1993 falleció el almirante Isaac Francisco Rojas, una de las figuras más prominentes del antiperonismo. Fue uno de los líderes del golpe de estado que derrocó al presidente Juan Perón en septiembre de 1955. Estuvo a cargo de la vicepresidencia de la Revolución Libertadora, presidida primero por el general Eduardo Lonardi y luego por el general Pedro Eugenio Aramburu. En 1956 estaba a cargo de la presidencia provisional cuando se produjo el alzamiento del general Juan José Valle, que concluyó en su fusilamiento y la de otros militares y civiles peronistas. Extractos de Habla el almirante Rojas, entrevista de Renee Sallas publicada en la revista Gente el 29 de diciembre de 1977.



"-¿Qué le sugiere la palabra gorila?
-Fortaleza. Lealtad. Decisión. Generosidad. Hace unos años vi a una familia de gorilas en el zoológico de Hamburgo (risas). El aspecto del patriarca era de una dignidad impresionante: hasta cuando la señora lo regañó por quitarle la naranja a uno de los chicos tenía dignidad. Opino que hay un gran sentido de justicia en los gorilas.

-¿Qué cosas le debe la Argentina a usted?
-Nada. Yo, en cambio, le debo todo a la Argentina.

-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, le debo haberme dado la oportunidad de servirIa. Yo tengo conciencia de que intervine en algo importante. Tengo conciencia, y muy lúcida. Algo que en su momento creo que hizo un gran bien. Pero no hice más que cumplir con el deber. Por eso el país no me debe nada.

-¿Por qué cosas estaría dispuesto a morir?
-Por el deber.

-¿Cuál es el defecto que usted jamás perdonaría?
-La deslealtad. La falta de respeto. La falta de dignidad. A la ingratitud la comprendo -porque es muy común-, pero me repugna.

(...)

-¿No es usted una persona demasiado 'dura', intransigente, agresiva?
-No.

-¿No?
-No (risas).

-¿Y entonces cómo se definiría usted?
-¡Mire la preguntita que me hace! Yo soy una persona de buen humor. Yo me levanto cantando. Siempre canto.

-¿Qué canta?
-Canto los tangos de mi niñez y de mi juventud. Canto. por ejemplo: 'Cara sucia, cara sucia. cara sucia, te has venido con la cara sin lavar...' Canto también las canciones que me enseñó mi maestra del primer grado, la señorita Caraballo, en la escuela de la calle Darwin y Córdoba. Mi mujer siempre me dice: 'Estás cantando..., ¿qué tenés vos?'.

-¿Prefiere que lo llame señor Rojas o almirante Rojas?
-Como usted prefiera. Para todos mis amigos soy Paco.

-Señor Rojas, perdone mi insistencia. Pero usted da una imagen de persona muy dura...
-Lo sé. Sé que eso es lo que piensa la gente de mí. Ocurre que a pesar de mi buen humor, a veces lo pierdo cuando estoy muy atareado, cuando tengo cosas importantes que hacer. Las cosas importantes para mí son las que se relacionan con mi patria y con mi familia. Pero le voy a explicar algo. Yo soy porteño. Del barrio de Once. Nací en la calle 24 de Noviembre número 245. Nací hace 71 años. los cumplí el 3 de diciembre. Mi nombre completo es Isaac Francísco del Angel. Este último nombre está en la partida de bautismo, no en la del Registro Civil. Bueno: desde muy chico, con el ejemplo de mi padre, Doroteo Rojas; de mi madre, Carlina Madariaga de Rojas, y de mi abuela materna, Zelmira Araujo de Madariaga, aprendí que el concepto del deber y el cumplimiento del mismo señalan la conducta en la vida. Trato de cumplirlo siempre. Y así eduqué a mis tres hijos. A mis hijos les digo: No es cuestión de decir 'Yo quiero hacer tal cosa', sino 'yo debo hacer tal cosa'. Y para mí tendría vigencia la siguiente sentencia: 'Deber es poder' más que 'Querer es poder'.

(...)

-Aparte de la muerte de su madre, ¿qué otras muertes lloró?
-La de todos los seres que he querido mucho. Mi hermano Aureliano, que murió hace ocho años. La de mis compañeros de la Escuela Naval. La de mis amigos Alberto Antonini y Luis Prado. Y la muerte de Aramburu. En realidad la muerte de Aramburu me enfermó. La muerte de mis cadetes que murieron el 16 de setiembre de 1955: Cejas y Guillochón. Sí, he llorado mucho todas esas muertes. Pero sólo se vieron mis lágrimas cuando murió mi madre.

-¿Se arrepiente de algo?
-Sí. Pero no se lo voy a decir.

-Usted presidió, el mes pasado, las 'Jornadas del Canal Beagle y Atlántico Sur', y hace poco formó el 'Movimiento pro impugnación del Laudo Arbitral del Beagle': ¿Me podría decir las principales razones por las cuales usted impugna ese laudo?
-Por muchas razones. En primer lugar, por haberse dictado en abuso o exceso de poder. Por de pronto, ese compromiso arbitral no debía haberse firmado en el año 1971. Los gobiernos argentinos actuantes en ese momento cargan con la gravísima culpa de haber comprometido, innecesariamente, espacios territoriales y marítimos que corresponden legítimamente a nuestra nación. Tanto el gobierno que originó el compromiso arbitral como el gobierno constitucional implantado a partir de 1973 -aprobador silencioso del convenio- son responsables por haber violado el artículo 27 de la Constitución Nacional. La Argentina había propuesto, años atrás, como árbitro, a la Corte Internacional de La Haya, lo que no fue aceptado por Chile. Luego Chile propuso como árbitro al monarca de Gran Bretaña, y la Argentina aceptó. Fue un error tremendo. O debió haberse mantenido el 'statu quo' o debió haberse ido a un árbitro que para la Argentina no fuera sospechoso de parcialidad, como ha demostrado serio el árbitro británico. Y, en todo caso, debió haberse exigido -antes de la firma del compromiso arbitral- la desocupación de las tres islas por parte de Chile.

(...)

-A qué se dedica usted ahora, aparte de escribir para La Prensa, y rechazar a todos los periodistas?
-(risas). No, no estoy escribiendo mis memorias. Pero estoy escribiendo mucho sobre estas cosas del Beagle, y problemas de límites. A veces escribo para La Prensa. A veces para La Nación. Ahora voy a escribir para La Nueva Provincia sobre el Alto Paraná. También contesto mucha correspondencia. Recibo una correspondencia enorme: de amigos y de gente que no me conoce.

(...)

-¿A qué hora se levanta?
-Muy temprano. Me levanto a las cinco y media.

-¿A qué hora...?
-Es decir, me despierto a las cinco y media. Leo La Prensa, que es mi Biblia. Luego tomo mi frugal desayuno.

(...)

-¿Qué lee ahora?
-Las Antimemorias de André Malraux.

-¿Lee a (Jorge Luis) Borges?
-Leo a Borges. Leí varias veces Ficciones, especialmente El AIeph. Y además soy amigo de él. Es un bombre auténtico y leal. Ahora hace un tiempo que no lo veo. ¿Recuerda usted aquello que dijo Borges hace varios años? Yo estaba internado en el Hospital Naval. Y le preguntaron a él: '¿Aceptaría una dictadura en la Argentina?'. Y él contestó: 'Sí. Siempre que el dictador sea Rojas...' Eso me indignó y estuve a punto de escribirle. Porque una dictadura no se tendría que aceptar jamás, bajo ninguna circunstancia. Pero lo admiro porque puede decir cosas -y las dice- que no se atrevería a decir ningún otro argentino, aunque las piense.

(...)

-¿Qué le sugieren las palabras Derechos Humanos?
-Los derechos humanos son viejos. Como los derechos del hombre. En cuanto a la campaña de organizaciones como Amnesty InternationaI, creo que están equivocados. Se fijan en cosas que ocurren en los países del mundo libre -como el nuestro- y no en la aplastante esclavitud en que vive la población del mundo comunista. Y tampoco se preocupan por las víctimas inocentes que caen todos los días. Todos los días."


La Revolución Libertadora (1955 - 1958)



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