El 14 de abril de 1978 falleció el periodista Dante Panzeri. Nacido en Las Varillas (Córdoba) en 1923, se inició en el periodismo en el diario La Voz de San Justo. Desde 1942 y por veinte años trabajó en la revista El Gráfico. También lo hizo en numerosos medios radiales y televisivos. Fue autor de los libros "Burguesía y gangsterismo en el deporte" y "Fútbol, dinámica de lo impensado". El deporte es política y debe serlo hasta las consecuencias más positivas, nota de Dante Panzeri publicada en el diario La Opinión el 16 de septiembre de 1976.
"Considero que política es toda actitud filosófica, idealista, doctrinaria, artística, estétIca, o ética, frente a la vida y a las cosas que el hombre enfrenta al vivir. Política es todo aquello que haga una conducta; un comportamiento humano; desde lo más intimo a lo más público. Desde el interior de nuestras casas hasta la casa del gobierno del Estado Administrador. Por eso creo que deporte es política. Y está bien que lo sea. ¿Cómo no va a ser también política el deporte, cuando a través del deporte se forja una conducta humana; se consumen cuantiosas fortunas (supuestamente destinadas a la Educación) que en muchísimos casos los Ministros de Cultura y Educación lamentan no disponer para esas ramas específicas en su etapa más elemental y fundamental? ¡Pero claro que deporte es política! Negarlo es una estulticia. Averiguarlo es una sandez. Si todo hombre es un político aun cuando no se interese por la política, forzosamente tiene que ser política todo lo que hace el hombre. Incluyendo el ocio. O el negocio del ocio que es el deporte. Hasta el apolítico es un político. Política es todo lo que forma estilos de vida.
Por esos motivos, no me sorprendió; no me desagradó; no me escandalizó; que en la cancha de Boca se jugara el partido Argentina-Bolivia bajo una fuerte connotación política. Esa connotación se inició 48 horas antes del match, cuando el Gobierno Argentino (MBS -Ministerio de Bienestar Social) destinó 200 millones de pesos (además de sus emolumentos profesionales de rutina) a premiar a los jugadores argentinos por ganarles la clasificación para Alemania-74 a estos futbolísticamente pobrecitos bolivianos y paraguayos, convertidos en adversarios de temor para los argentinos en razón de haber alcanzado nosotros el mismo nivel de pobrecitos, aunque todavia algo disimulado por nuestro normotipo étnico, fisicamente mejor nutrido, más fuerte, más pujante. Deportivamente más corrupto, futbolísticamente más pillo, menos inocente.
Pero llegada la hora del partido, la cancha de Boca presentó a una tribuna de exiliados bolivianos con enormes lienzos desplegados con leyendas políticas de izquierda, adjetivos de 'Asesino' para (Hugo) Banzer; anhelos de 'Muera' para Banzer (al que iba sumado un revolucionario ¡carajo!). Y a varias tribunas de argentinos desplegando retratos de Perón y Evita; banderas de la Juventud Peronista; cánticos de identificación del equipo argentino como de propiedad de Perón; en entonaciones reiteradas de la marcha peronista; coros que aclamaban el advenimiento el país de la liberación nacional.
Esa gente había pagado, creo, alrededor de 62 millones de pesos, para mostrar esa solidaridad con sus respectivos representantes.
Hasta allí, todo era admisible. No es un hecho nuevo que los pueblos en estado de padecimientos esenciales a su vida, dispongan de pronto de un sacrificio monetario para ayudar a enriquecerse a los profesionales de un deporte en el que sus trabajadores ganan en un mes lo que no gana un obrero en un año.
La interrelación política-fútbol aparecía quebrada, se transformaba en insolente aberración, cuando el espectador silencioso de todo aquel respetable despliegue doctrinario (alternado con abundantes obscenidades cantadas en coro igualmente atronador como el grito de Perón - Perón) reparaba en una cosa que su memoria le imponía analizar:
-¿Pueden ser representativos de una revolución, de una liberación, de un justicialismo, de una reconstrucción, de un antiimperialismo, los componentes de una nueva oligarquía, de una nueva secta de privilegiados sociales, como la de los futbolistas profesionales y sus abundantes laderos, que coaccionan al país a retribuirle con 200 millones extras sus actividades deportivas?
La respuesta estaba clara: ¡no!. El único medio para que aquella interrelación Perón - Seleccionado - Liberación - Revolución se justificara, era que los jugadores aclamados como héroes de la multitud, pese a estar esquilmando la pobreza de esa multitud, jugaran (no gratis) por los haberes que tienen reconocidos legalmente en su condicIón de trabajadores que también le ha sido reconocida. Y punto.
Si aquella multitud es la misma que clama para que se la deje de explotar, es una ignominia que aclame gozosa a una nueva casta que la explota a expensas de su analfabetismo (según el ministro Taiana), su hambre, su salud, y todas sus demás, miserias.
Salvador Allende cayó el día 11. El día 8 el gobierno de Allende condenabe en Argel al imperialismo yanqui y anunciaba en Santiago de Chile que el pan de los chilenos dependía de que Estados Unidos le vendiera 300 mil toneladas de trigo. El gobierno de Allende era socialista. Pero mientras su pueblo padecía hambre, el gobierno de Allende (sin duda socialista) subvencionaba económicamente al futbolista profesional (Carlos) Caszely y destinaba 5 millones de dólares para malgastar en unos Juegos Deportivos Panamericanos de 1975. Cuando las revoluciones se hacen sólo a medias, pueden caer en la caricatura o la violeta. Porque solamente cambian destinatarios de privilegios sin abolir el aberrante privilegio de pocos solventado por los más que peor viven.
Si con el deporte hacemos la política que debemos y podemos hacer (en buena hora se la haga, pero para bien) es fundamental recordar aquello en todo momento. Y acordarnos de Allende. Que no cayó por sus contradicciones deportivas respecto del socialismo. Pero que en el deporte dejó representada a su no totalizada revolución. Porque revolución no es cambiarlo todo. Revolución es sanearlo todo. Y no sanear a medias para seguir enfermando a medias. Ahora, si usted puede, medite antes de ir a ver Argentina - Paraguay; y decida después si debe ir; y si en caso de ir, debe ir a ovacionar a quienes lo están esquilmando a usted, como los monopolios de los que usted quiere liberarse. El mundo ya no puede reemplazar realidad por slogans. Dos más dos todavía no son cinco. El estado de emergencia rige para todos. Empezando por el que lo proclama. Eso es Justicia Social."
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