
"Durante largos años representó el atraso argentino frente al mundo desarrollado. Ahora, lista y en funciones, representa un logro para festejar y preservar.
El viernes 10 se inauguró oficialmente el segundo tramo del plan de habilitación de la nueva Biblioteca Nacional. En buen romance: se confirmó el the end de las obras civiles de un edificio de 45.000 m2 (3 plantas y 15.000 m2 de parque) con significados extrabibliológicos: encerrada entre Libertador, Las Heras, Agüero y Austria, periódicamente retornada y abandonada, sin fecha -acaso sin esperanzas-- de estreno, la Biblioteca Nacional fue la vera imagen de la impotencia, del atraso y del encierro de la Argentina. Inquietante historia la suya: la idea de levantar un establecimiento moderno para reemplazar la entrañable casa de calle México, se remonta a 1961. La aprobación del proyecto (firmado por Clorindo Testa, Francisco BulIrich y Alicia Cazzaniga) data de 1966, y la iniciación de las obras remiten a 1971. Al primer capítulo, estirado hasta 1980, le siguen tantos ciclos de paro cuanto promesas de estreno en plazos de 15 meses. Ultimo envión, vía el presidente Menem: detenida desde 1987, en setiembre de 1991 se habilitó el primer tramo, la Escuela Nacional de Bibliotecarios.
Entre aquella idea y este triunfo, median u$s 75.000.000 (cifra declarada por el actual director, Enrique Pavón Pereyra). De ellos (dato desconcertante para gorilas enragés) el 60 % fue solventado por gobiernos peronistas; el 15 % por la gestión Alfonsín y el resto por gobiernos militares. Más: un crédito blando de u$s 5.000.000 concedido por el gobierno de España y aportes privados (botones de muestra: la Fundación Fortabat pagó la parquización; la Fundación Antorchas llevó a la doctora Celia Zaher (UNESCO) y su equipo para diseñar el estudio de relocalización y refuncionalización de la B.N. a partir del cual se reanudaron las tareas de finalización del proyecto; Rubén Kaplan aportó u$s 1.800.000 para mobiliario e instalaciones; y Xerox informó sobre la inminente llegada de su regalo: una novedosísima máquina -la primera que habrá en Sudamérica- que transforma texto en voz; el usuario puede elegir la que prefiera dentro de un amplio muestrario de registros vocales.
La casa ya está puesta. Y algunos de sus ambientes estarán a disposición del público a principios de mayo que posteriormente pasarán a la nueva Biblioteca.
¿Qué se puede ver y utilizar? Cuatro salas de la hemeroteca -tienen 200 puestos de lector, en sectores comunes, de estanterías abiertas y de publicaciones antiguas con máquinas lectoras de material microfilmado e impresoras-. Puede asombrarse con ediciones renacentistas en el área de exposiciones Leopoldo Marechal. Darse una vueltita por bares y cafeterías o por el auditorio (240 butacas) Jorge Luis Borges. Lo espera también, un boccato di cardenale: el área Tesoros de la Biblioteca Nacional, un recinto cIimatizado, con sala de lectura y exhibición permanente de 15.000 volúmenes especiales y parte del mobiliario que, a principios de siglo, llegó a calle México. Entre anaqueles giratorios y recios percheros encontrará dos escritorios especialísimos: uno lo ocupó Paul Groussac; el otro, Jorge Luis Borges. Dos directores de la Nacional que la amaron y la defendieron. Como tiene que ser."
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