23.3.10

Política Nacional

A 34 AÑOS DEL GOLPE MILITAR

El 24 de marzo de 1976 una Junta Militar derrocó al gobierno en crisis de María Estela Martínez de Perón para tomar el control político del país. Integrada por los comandantes en jefe del Ejército, teniente general Jorge Rafael Videla; de la Armada, almirante Emilio Eduardo Massera; y la Fuerza Aérea, brigadier general Orlando Ramón Agosti, el autotitulado Proceso de Reorganización Nacional se convirtió en la más sangrienta de las dictaduras en la Argentina. La cobertura del diario La Opinión de la caída del gobierno peronista.




La agonía del régimen ahogó los últimos intentos políticos de conjurar la crisis (*)

"Se acentuó ayer en todos los ámbitos de la vida nacional la sensación de que se estaba asistiendo a la agonía de un régimen, en medio de expresiones surgidas del propio oficia lismo que parecían anticipar un inminente final, y de informes cada vez más precisos sobre movimientos de tropas en distintos puntos del país.
Los últimos esfuerzos de los dirigentes políticos por salvar el tambaleante orden institucional, se concretaron en la anunciada reunión multipartidaria, que congregó al caer la tarde a las cúpulas del justicia­lismo, la Unión Cívica Radical y los partidos Revolucionario Cristiano, Intransigente, Popular Cristiano, Socialista Popular, Socialista Unificado y Comunista.
El encuentro culminó con la resolución de recomendar a los bloques parlamentarios de ca da partido la constitución, en el día de hoy, de la proyectada Comisión Bicameral, encarga da de proponer un programa económico-social de emergencia como recurso in extremis para conjurar la crisis dentro del andamiaje institucional.
El Congreso, llamado así a convertirse hoy en escenario de este último intento de solución, languidecía en la víspera bajo un clima de abatimiento. En medio de un número cada vez más exiguo de legisladores presentes en el edificio parlamentario, el titular del bloque
oficialista en la Cámara de Diputados, doctor Nicasio Sánchez Toranzo, expresó a los periodistas que, de producirse un golpe militar. 'permaneceré al pie del cañón y sólo entregaré la Casa ante el imperio de la fuerza'.
Sus palabras coincidieron con un rumor que anticipaba para las horas siguientes una toma del poder por parte de las Fuerzas Armadas, al tiempo que se confirmaban desplazamientos de efectivos militares en la provincia de Buenos Aires, el Norte y el Este del país, movimientos explicados en todos los casos por fuentes castrenses como parte de la lucha antisubversiva.
Una urgente reunión de secretarios generales de los gremios adheridos a la Confederación General del Trabajo, subrayó también la dramaticidad de la jornada. El ministro de Trabajo, señor Miguel Unamuno, formuló ante los dirigentes sindicales un llamamiento a 'no negociar las banderas', pero advirtió al mismo tiempo que el movimiento obrero no alentaría el odio de clases ni se lanzaría a una lucha fratricida.
El titular de las 62 Organizaciones, señor Lorenzo Miguel, afirmó en el mismo escenario que la presidente María Estela Martínez de Perón acababa de reiterar su decisión de no abandonar el cargo.
La reunión de gremialistas, citada para las 11 en la sede del ministerio de Trabajo, coincidió con la difusión de un comunicado de las 62 Organizaciones que culpaba a la prensa de haber creado un clima favorable al golpe de Estado y advertía que un 'salto al vacío' podía convertir en 'popular y legal' a la guerrilla.
Otro centro de la nerviosa atención nacional fue la Casa de Gobierno, donde la Presidente mantuvo en su despacho sucesivas reuniones con sus ministros, una delegación de la conducción gremial que sesionaba en el ministerio de Trabajo y a los gobernadores de San Juan, Eloy P. Camus; de Santiago del Estero, Carlos Juárez, y del Chaco, Deolindo F. Bittel, este último también vicepresidente primero del Partido Justicialista.
De estas reuniones surgió al parecer la posterior declaración de Miguel sobre la determinación presidencial de no dejar el cargo.
Una ronda de curiosos se sucedía entretanto en los aledaños de la Casa Rosada, con avidez por descubrir signos de los acontecimientos considera dos inminentes en detalles como la presencia de un helicóptero militar sobre la sede del Gobierno o los movimientos de los granaderos a cargo de la custodia.
Ya al caer la noche, y entre informes sobre una posible reunión definitoria de los tres comandantes generales con la señora de Perón, el titular del Partido Intransigente, doctor Oscar Alende, aportó también su cuota de esfuerzo al intento de salvar las instituciones mediante un mensaje difundido por la red nacional de radio y televisión, en el que exhortó a los militares a integrarse en un proyecto nacional.
La proximidad de un desenlace resultó palpable en la provincia de Buenos Aires, cuyo gobernador Victorio Calabró reunió durante la tarde a sus ministros y principales colaboradores para anunciarles que hoy abandonaría el cargo.
Simultáneamente, el intendente de la ciudad bonaerense de González Chaves, Berino Fratini, recibía del ministerio de Gobierno de la provincia la orden de entregar la comuna anoche a las 20,30 a las autoridades del Cuerpo V de Ejército. Directivas similares, según trascendió, fueron transmitidas al intendente de Tres Arroyos, Francisco Couso.
Fuerzas combinadas del Ejército y la policía, entretanto, irrumpían en el recreo Ruta Sol, de la Unión Obrera Metalúrgica, en las cercanías de Ezeiza, donde trascendió que fueron detenidos varios diri­gentes sindicales."


Rasgos salientes del proyecto de las FF.AA. (**)

"El país intuye -sería inútil negarlo- que hace 48 horas ha culminado una etapa en la política argentina y que se vive ahora una especie de interregno, una especie de prólogo a un nuevo proceso que acaso no tarde en iniciarse.
Los observadores coinciden en que ha terminado por llegar a su punto más agudo una situación que se fue deteriorando durante más de un año y medio -más precisamente, a partir del 1º de julio de 1974-, y que culmina en estas horas con un total y absoluto vacío de poder, en el que las distintas estructuras del Estado parecen haber renunciado a cumplir con los papeles que le fueron asignados por la Constitución.
A las falencias del Poder Judicial, que quedaron reveladas la semana pasada cuando se supo que solamente tres de 'más de mil quinientas causas vinculadas con la subversión, contaban con sentencia firme, se sumó una prolongada inacción del Congreso y, finalmente, un Poder Ejecutivo que en las últimas horas no ha logrado ya ocultar su parálisis como consecuencia de la grave crisis nacional.
La sensación de que las Fuerzas Armadas ya decidieron que ha llegado el momento en que deben asumir nuevas responsabilidades en su carácter de 'gran factor de reserva del país', ganó la calle a partir de las primeras horas del lunes último.
No es ya un secreto que en todos los medios políticos se delinean los trazos de un eventual gobierno militar que pare ce estar en el umbral del presente. ¿Qué características asumiría la intervención de las Fuerzas Armadas, a menos de tres años de haber entregado el poder a la civilidad?
En todas las redacciones de Buenos Aires se habla de una Junta integrada por los coman dantes generales de las tres Fuerzas y se supone que el teniente general Jorge Rafael Videla asumiría la Presidencia de la Nación. Investido de sus nuevas funciones -y reteniendo su cargo actual- el titular del Ejército podría dirigir un mensaje al país el jueves, en ocasión de una visita a la unidades que combaten a la subversión en Tucumán.
En los mismos medios se indica también que, inicialmente, un elenco de jefes de alta graduación y en actividad llenaría los Ministerios en un primer tramo que se califica como la toma del poder. En los ambientes políticos se sostenía anoche que oficiales superiores de la Fuerza Aérea quedarían al frente de las carteras de Justicia y Defensa, mientras que hombres de los más altos estratos de la Armada ocuparían las de Relaciones Exteriores y Educación. Los restantes miembros del Gabinete serían generales de brigada. En una segunda etapa, se integraría un equipo ministerial conformado por hombres de las Fuerzas y por figuras civiles independientes.
En las esferas castrenses se considera que en los noventa días transcurridos desde el mensaje que el general Videla pronunció en Tucumán en la Nochebuena, las instituciones han fracasado en la búsqueda de una solución a la grave crisis. A pesar de ello, las Fuerzas Armadas habrían concluido en la necesidad de encabezar un proceso que no sea excluyente.
Por ello, dos ideas fuerza parecen sustentar al proceso cuya iniciación es cuestión de horas: todo parece partir de una gran convocatoria para que todo el país acompañe a las Fuerzas Armadas en una etapa de reparación nacional que siente las bases para
devolver al país al funcionamiento de sus instituciones, que no serán de ningún modo reemplazadas sino renovadas.
'El país parece haberse convencido de que los militares debemos encabezar el esfuerzo que demanda la reparación, pero el éxito dependerá en última instancia de que el país concurra a nuestra convocatoria', explicó en las últimas horas a La Opinión un alto jefe militar."

(*) y (**) Notas publicadas en la segunda edición de La Opinión del 24 de marzo de 1976


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