5.3.10

Caso Carrasco

EL FIN DE LA COLIMBA

El domingo 6 de marzo de 1994 el soldado conscripto Omar Carrasco (19) desapareció del Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino de la ciudad neuquina de Zapala. Su cadáver recién apareció un mes más tarde, oculto dentro del regimiento. La Justicia comprobó que murió por una golpiza que recibió en el cuartel. Entretanto, las repercusiones del asesinato y el ocultamiento del cuerpo impulsaron al presidente Carlos Menem en agosto de 1994 a disponer la eliminación del Servicio Militar Obligatorio. Dos años más tarde el subteniente Ignacio Canevaro y dos soldados fueron condenados como autores del crimen.




Extractos de Quién mató al soldado, de Beto Casella, publicada en la revista Gente, nº 1500, del 21 de abril de 1994.

"Señoritas, se terminó la joda. Acá no se puede pensar, solamente hay que ejecutar. Acá el milico no tiene al papito y a la mamita. Acá el milico no puede hacerse el vivo, porque pierde. ¿Está claro? El que se hace el vivo, pierde.
La noche del 3 de marzo, los conscriptos que acababan de ingresar al Grupo de Artillería 161, de Zapala, debieron escuchar esa advertencia firmes, al pie de sus camas. Omar Octavio Carrasco sostenía una Biblia entre sus manos y, también, escuchaba en silencio. Había ingresado al cuartel entonando una canción en voz baja, tal como les había prometido a sus compañeros de culto del 'Ejército Evangélico Mundial Antorcha de la Fe', la iglesia donde predicaba junto a sus padres. La canción decía:
'Siempre adelante vamos con Cristo, con su palabra que es la verdad.
Como soldados estemos listos, pues Jesucristo es mi general.
Somos soldados de Jehová. Somos soldados de Jesús
.'
Se sentía feliz. Le había dicho a su padre: 'Si me gusta, quiero quedarme en el ejército'. Y no tenía miedo. Si al final, conocía la dureza del trabajo duro, acompañando a su padre como albañil. Ni iba a extrañar los lujos, ya que nunca los había conocido. Toda su pasión estaba puesta en Dios, el ciclismo y la suerte de River, su equipo del alma, que cada domingo seguía por radio. Era más bien tímido, casi parco. Pero podía ser adorable con los seres cercanos. Y daba rienda suelta a su alegría cuando tocaba la guitarra en la iglesia de su barrio. Don Francisco lo llevó personalmente hasta el cuartel, en un viejo Ford Falcon. Lo dejó en la puerta, con algo de tristeza, pero con cierto orgullo. Su único hijo iba a hacerse hombre.
-Omar, hijo, usted tiene que ser fuerte. La vida militar no es como la civil. Haga las cosas bien y le van a enseñar a hacerse un hombre.
-No se preocupe papá, va a estar orgulloso de mí.
Solamente dos días después -tiempo que le alcanzó para conocer la lógica rigurosidad de la vida militar, pero también la humillación a la que lo sometieron perversamente algunos superiores- Omar se sentó en un lugar descampado junto a su compañero Juan Castro. Todavía transpirados y sucios por un 'baile' inolvidable, los pibes pergeñaron la idea de escaparse del cuartel. 'No aguanto más', le dijo varias veces Carrasco a Castro. El plan era simple: Carrasco pediría permiso para ir al baño, luego del almuerzo. Castro esperaría hasta la noche, donde se ofrecería para la 'guardia imaginaria', es decir, la custodia noctuma del lugar donde duermen los soldados. Simplemente, se trataba de cruzar el inmenso campo perteneciente al cuartel, saltar unos alambradas y ganar la calle. No suponían que terminarían protagonizando un hecho policial que conmocionaría a la opinión pública.
Lo que sigue es la síntesis de lo ocurrido después:

  • Carrasco desapareció el día 6. Un mes después lo encontraron molido a golpes, dentro del cuartel. Tenía tres costillas ro­tas, uno de sus ojo casi había desaparecido y casi no le quedaban dientes.
  • Curiosamente, Castro recién se es capó el día 13 -una semana después de la desaparición de su compañero- y fue a esconderse a la casa de su abuelo, en la localidad de Rincón de los Sauces. Según el abuelo, Castro dijo 'Me parece que reventaron a un soldado'. También curiosamente, Castro fue capturado y devuelto al cuartel justo cuando apareció el cadáver de Carrasco. Castro volvió al cuartel lastimado. Dijo que fue por pelearse con otro hombre. Lo internaron en el hospital.
  • Apenas las autoridades del centro militar detectaron la ausencia de Carrasco, efectivos de la Policía Federal se hicieron presentes en su domicilio, preguntando por el chico. Ante la respuesta de sus padres -'está en el cuartel de Zapala', contestaron- los policías se marcharon sin dar explicaciones. El Ejército dio el aviso a la Policía Federal, subdelegación Zapala, quienes en el mismo día enviaron dos efectivos. Reglamentariamente se considera deserción, y se avisa a la policía, al quinto día. Sin embargo, los responsables del cuartel enviaron efectivos policiales el primer día.
  • Los padres se enteraron de que el muchacho había sido declarado desertor recién el día 20, cuando fueron a visitarlo al cuartel.
  • Sin información oficial, Carrasco decidió colocar un aviso en el diario 'Río Negro', pidiendo por el paradero de su hijo. Cuando los periodistas de ese diario, en Cutral Có, escucharon la historia, hicieron pública la denuncia.
  • El 6 de abril apareció el cadáver. Fueron puestos a disponibilidad los principales responsables del cuartel y el sargento que estaba de servicio el fin de semana en que desapareció Carrasco.
  • Los 'puestos a disponibilidad' son: teniente coronel Whit, mayor De la Fuente, teniente Canevaro, principal Meninao, capitán de batería Correa y sargento Sánchez. Cada uno de ellos se encuentra en su domicilio particular, esperando el nuevo destino, que bien podría ser la vuelta al mismo cuartel. Reglamentariamente, pueden permanecer en esa situación hasta un año.
(...)

  • Quienes comandaban el centro militar al momento de la desaparición de Carrasco ocultaron el hecho durante un mes. La primera evidencia es la visita de la policía a la casa del muchacho sólo unas horas después. La segunda evidencia la dan los familiares de los otros conscriptos: en la primera visita, el día 12 de marzo, varios padres escucharon de boca de sus hijos: 'Desapareció el pibe Carrasco. Nadie sabe dónde está'. Insólitamente, muchos padres de conscriptos supieron de la desaparición de Carrasco ese día, menos los padres del propio Carrasco. Otro dato casi increíble: siendo vecinos de Cutral Có, a ningún padre se le ocurrió avisarles a los Carrasco que su hijo ya no estaba en el cuartel.
  • El día 20, cuando la familia Carrasco fue a visitar a su hijo, recibió tres respuestas diferentes. La primera fue: 'Vengan más tarde. Ahora no pueden verlo'. La segunda fue: 'Parece que lo trasladaron a otro cuartel.' La tercera fue: 'Su hijo se hizo desertor.'
  • No es cierto que, como llegó a aseverar el ministro Oscar Camilión, el cadáver haya aparecido fuera del batallón. A esta altura, no existe la mínima duda de que Carrasco fue asesinado y hallado dentro del cuartel. Y que su cuerpo fue ocultado al algún lugar, siempre dentro del área militar, hasta que alguien decidió arrojarlo en el lugar donde fue encontrado, que también pertenece al Grupo de Artillería.
(...)

  • Los soldados fueron víctimas de castigos físicos y psíquicos. Es más, absolutamente todos coinciden en señalar básicamente a dos superiores como los que más utilizaban tormentos: el subteniente Ignacio Canevaro y un sargento de apellido Guardia. Dicen que Canevaro: 'Se ponía loco. Nos hacía bailar hasta reventar y nos pegaba en la cabeza. Una vez llegó a pegarnos con una goma. A Canevaro le tenemos terror'. Dicen de Guardia: 'Le gustaba hacernos apoyar en el piso solamente con los codos y la punta de los pies. Es una tortura, uno queda con el cuerpo dolorido varios días. Más de uno fue a parar al hospital.'
(...)
El último jueves, medio Cutral Có -donde vive la mayoría de los soldados compañeros de Carrasco-, viajó a Buenos Aires a pedirle a Menem y a los medios el esclarecimiento del caso y la baja para sus hijos. El fin de semana se realizaron dos 'marchas de silencio', como protesta.
Omar Carrasco, el único hijo de dos padres que se quedaron con las manos vacías, el muchacho que, antes de entrar a la conscripción, dijo: 'Papá, si me gusta, quiero quedarme en el ejército', no puede descansar en paz. El sábado, su cuerpo estaba en el cementerio de Cutral Có, sus manos en Buenos Aires y sus visceras en una morgue judicial."

Testimonio del periodista Ricardo Aure:




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