15.11.09

Tenis

A 15 AÑOS DEL RETIRO DE NAVRATILOVA
El 16 de noviembre de 1994, la estadounidense de origen checoslovaco Martina Navratilova perdió ante la argentina Gabriela Sabatini por 6-4 y 6-2, en el que fue su último partido como profesional en single. “Echaré de menos este juego, pero estoy preparada para iniciar otro tipo de vida”, sostuvo aquel día la tenista ganadora de 18 Grand Slams, entre otros logros importantes. La crónica de Página/12.



Página/12 del 17 de noviembre de 1994
“´Me encantó jugar al tenis, pero estoy preparada para otra vida´”
El día de su despedida, Martina fue capaz de mantener la cabeza fría. Esa fue una de las constantes en toda su carrera tenística. Pero no en su vida personal. Las lágrimas de Navratilova conmovieron a los espectadores de Wimbledon y del Open de Estados Unidos en muchas ocasiones. Eran de alegría o de tristeza. Sin embargo, en la noche del lunes no acudieron a sus ojos. Mientras la mitad de las 17.131 personas que casi llenaban el Madison Square Garden humedecían sus párpados, Martina se mantenía serena, controlando la situación, sin dejarse vencer por la emoción. Pero cuando una bandera de dos metros de largo por uno de ancho, de color rojo, con una bola de tenis amarilla y con su nombre, se levantó hasta incrustarse en el techo, entonces su emoción se desató, y lloró.
`Esta es la primera vez en la historia del Madison que un deportista que no es basquetbolista o de hockey cuelga su bandera´, dijo el locutor antes de que atronara un aplauso monumental. Navratilova acababa de perder ante Gabriela Sabatini el último partido de su carrera profesional 6-4, 6-2. Y, tal como ella misma había elegido, era el momento de abrir el acto de su despedida.
Su adiós no fue tan espontáneo como el de Jimmy Connors en Roland Garros, Wimbledon y el Open de Estados Unidos. Fue algo más premeditado, más preparado, previsto. Y quizá por eso Martina lo vivió con una intensidad controlada. Antes de que se iniciara su partido de la primera ronda del Masters, la cantante Melissa Etheridge interpretó el himno norteamericano con un silencio acogedor. Después, cuando Martina entró en la cancha, el Madison estalló. Y no se apagó ni siguiera cuando la tenista argentina le demostró a Navratilova que su tiempo había pasado. `Si hubiera podido escoger a una rival para mi despedida habría elegido a Gabriela´, dijo Martina, en un claro reconocimiento de la calidad tenística y humana de la jugadora argentina. `Quería que esta semana terminara. Ahora estoy emocionada y se me vienen muchas cosas a la cabeza -declaró- aunque durante el partido estaba demasiado ocupada en jugar como para sentir algún tipo de emoción´.
Ambas se abrazaron en la red (Gabriela apenas hizo un gesto de alegría por su victoria, porque corrió inmediatamente a saludar a su contrincante) y María desapareció mientras una interminable hilera de fotógrafos la acosaba y en las gradas se escuchaban exclamaciones de despedida.
Un video con imágenes retrospectivas de Matina apareció después en las pantallas de la sala. Y el público fue mostrando sus preferencias. Aplausos cuando Chris Evers y Billie Jean King hablaron de su amiga. Silencio sepulcral cuando aparecieron Pam Shriver y Andrea Jaeger.
Pero los momentos culminantes del acto se produjeron cuando Martina regresó: en el momento en que le regalaron una motocicleta Harley Davidson (con una inscripción Virginia Slims en lugar de la marca); y, sobre todo, cuando se izó la bandera de Martina Navratilova. Una vez que todo se hubo consumado, la jugadora más legendaria de la historia quiso rendir su propio homenaje a las personas que habían marcado su vida. Llamó a Billie Jean King, su mentora, a Craig Kardon, su entrenador, a sus padres y a Joe Coleman, uno de los fundadores del circuito femenino.
`Recuerdo a mi padre, con quien di mis primeros golpes. Y cuando le gané a mi madre por primera vez. Fue el primer triunfo importante de mi carrera´, dijo. `Todos son recuerdos pasados, de momentos y amigos que se amontonan en mi mente. Como Billie Jean King, sin la cual ahora no estaríamos jugando en el Madison. Sólo faltó mi hermana, que se está examinando como dentista en Alemania´, añadió. Y concluyó con la confesión de su propio credo: `Me ha encantado jugar al tenis y acabar en este lugar. Echaré de menos este juego, pero estoy preparada para iniciar otro tipo de vida´. Fue su último legado”.

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