El 29 de septiembre de 1964, en la revista Primera Plana se publica por primera vez Mafalda, la tira creada por Quino (Joaquín Salvador Lavado). Con el correr de los años, el dibujo se convirtió en un ícono de las historietas nacionales. El 25 de junio de 1973 -ya en la revista Siete Días- dejó de publicarse. “Dejé de hacer Mafalda después de 10 años porque me costaba mucho esfuerzo no repetirme”, recordó Quino. A continuación, fragmentos de entrevistas al dibujante publicadas en La Nación y Clarín.
Revista La Nación 3/10/99
Huérfano de joven, con un poco de horror de terremoto y guerra, otro poco de amor por el tío y el dibujo, una pizca de angustia en el colegio, se hizo este hombre. Que todavía no sospechaba que sería el creador de un mundo entero. Porque después de diez años de carrera y cuando Quino ya era Quino, nació Mafalda. Un mito que como todo mito, tiene principio. Pero no tiene fin.
Mafalda iba a ser una tira de publicidad subliminal para que la Siam Di Tella vendiera mejor su nueva línea de electrodomésticos Mansfield. La empresa Agens Publicidad le encargó, por recomendación de Miguel Brascó, la tira a Quino. La condición era que los nombres de los personajes empezaran con la letra M y que hubiera algún electrodoméstico marca ya-sabés-cuál incluido en el dibujo. Con este truco, la Siam esperaba que los consumidores se lanzaran como pirañas sobre sus productos. Era 1963. Quino había visto en la película David Viñas, un personaje llamado Mafalda. Le pareció un nombre alegre. Hizo algunas tiras que se presentaron al diario Clarín. Pero descubierta la trampa, Mafalda terminó en un cajón. Un día su amigo Julián Delgado le propuso publicar Mafalda en la revista Primera Plana, de la que era secretario de redacción. Así, el 29 de septiembre de 1964 la nena de pelo en parva empezó a publicarse semanalmente.
Y sucedió lo que tiene que suceder. La historia de la nena, hija de un ama de casa y de un vendedor de seguros, se sigue contando hasta hoy como se cuentan las leyendas. Los padres se la pasan a los hijos, los hijos a los nietos, y todos, a los 50 años, a los 9, a los 20, sienten que Mafalda es de ellos. Su creador anduvo siempre preocupado por cuestiones más prácticas.
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Un día Mafalda se terminó. En su página de Internet, Quino escribe: “Dejé de hacer Mafalda después de 10 años porque me costaba mucho esfuerzo no repetirme. Sufría con cada entrega. Cuando uno tapa el último cuadrito y ya sabe cuál va a ser el final, es porque la cosa no va. Y si bien me halaga que se siga leyendo, también es triste pensar que los temas de los que hablaba Mafalda siguen existiendo”. El 18 de junio de 1973 Susanita advertía desde la página de Siete Días: “Ustedes no digan nada que yo les dije, pero parece que por el preciso y exacto lapso de un tiempito los lectores que estén hartos de nosotros van a poder gozar de nuestra grata ausencia dentro de muy poco”. El tiempito fueron 26 años, y resultó que no había tantos lectores hartos.
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Mafalda dejó de publicarse el 25 de junio de 1973. Quino había pasado diez años construyendo un mundo. Una saga de tinta y de papel.
-A veces siento que la gente me reprocha como a un criminal de guerra que hace 26 años mató a nueve personas: los nueve personajes de la historieta. Yo digo que Mafalda es un dibujo, no una persona de carne y hueso. Que raro eso, ¿no? Porque a veces me tratan como si fuera un... como si fuera un asesino.
La Nación 29/08/00
-¿Por qué los temas sin tiempo?
-Porque me gusta que estén siempre vigentes. Y porque no me gusta dibujar políticos del momento, que los ves dentro de treinta años y no te acordás de qué pasaba ni quién era. Una situación política ideal es la que se presenta en los restaurantes. El cliente que quiere comer es el pueblo y el mozo, que depende del maitre y éste del humor del cocinero, son los que ejercen el poder. Por eso no manejo personajes reales sino situaciones referidas a la realidad.
-Pero Mafalda se retiró en el 73, cuando más la necesitaban.
-Y, bueno, igual no la habría podido seguir haciendo.
-¿Por qué?
-Y, con los militares... Yo, además, me fui en el ´76. Si en Siete Días me decían que no me podían publicar algunos dibujos que mandaba porque había alusiones a adulterio, por ejemplo, mucho menos hubiera sido posible Mafalda.
Clarín 28/07/04
-¿Cómo le fue posible mantenerse crítico bajo la censura?
-La censura es algo con lo que conviví desde el mismo momento de comenzar a trabajar. En las primeras redacciones que recorrí me advirtieron prontamente que había temas, como el sexo, los militares y la represión, que no se podían tocar. Así uno aprende a autocensurarse y encuentra maneras de evitar el control: por ejemplo, la sopa -en el caso de Mafalda- era para mi una metáfora del autoritarismo militar. En la exposición hay un afiche en el que Mafalda señala el bastón de un policía y dice “este es el palito de abollar ideologías” y, en 1975, uno de los servicios de inteligencia del Estado empapeló la ciudad con otro afiche en el que monolito estaba junto al policía y replicaba: “Ves, Mafalda. Gracias a este palito podés ir tranquila al colegio”.
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