31.8.09

Copa Libertadores 1994

A 15 AÑOS DEL MORUMBINAZO
En la madrugada del 1 de septiembre, Vélez Sarsfield ganó el certamen más importante del continente a nivel de clubes. En Brasil, luego de perder en los 90 minutos por 1 a 0 ante San Pablo –y empatar en el resultado global 1 a 1-, los dirigidos por Carlos Bianchi ganaron por 5 a 4 la definición por penales. Fue la primera Libertadores ganada por el club y por el técnico, quien años más tarde lograría otros tres títulos más con Boca Juniors.


“De Américaaaa… ¡Merde!...”
El reloj del enorme Morumbí marcaba las 0.37 del jueves 1 de septiembre cuando la voz –siempre cauta, meticulosa y afrancesada- de Carlitos Bianchi se convirtió en grito. Cerró los puños y saltó como un resorte para abrazarse con Raúl Gámez –vicepresidente de Vélez y cuasi manager del plantel- en la anchísima escalinata del túnel visitante. La determinación del uruguayo Filippi de expulsarlo lo había obligado a seguir el partido fuera del campo.
-Este equipo tiene h… viejo. Ahora empieza lo que a mi me gusta. Vamos a Tokio, ¡Merde!...
Carlitos no podía dejar de gritar. Era el centro de la montaña rusa que el mismo Gámez, Bernardo Bechker, Miguel Buenaza y Juan Carlos González –hoy todos ellos dirigentes pero viejos amigos del técnico desde su época de torturador de arqueros- construían sobre su delgada humanidad.
Allá a lo lejos, en el centro de la cancha, una veintena de hombres saltaba y le daba vida al enmudecido Morumbí.
A un costado, a menos de cincuenta metros, 2.500 hinchas uniformados con la camiseta de la “V” se colgaban del foso perimetral. No cabían del orgullo en el sector que les habían asignado. (…)
Vélez ya era el campeón de la Copa Libertadores de América. Atrás, en el rincón de las anécdotas, quedaba la derrota por 1 a 0 en los 90 minutos ante San Pablo. Atrás, en el archivo de la nostalgia, quedarán los días de espera previos al momento de la consagración…

NACIDO PARA GANAR
(…) Cuando de la mano de Carlos Bianchi, Vélez empezó esta historia de la Copa Libertadores, la gente –que es brutal cuando se ensaña, como decía Discepolín- lo dio por muerto en la primera ronda. Para muchos, Vélez terminaba cuarto entre cuatro porque los otros rivales se llamaban Boca, Palmeiras y Cruzeiro. Fue primero y ni siquiera necesitó el resultado del último partido para clasificar. Después el presagio fue: los colombianos los “borran” en semifinales y cuando los colombianos también fueron eliminados muchos pronosticaron la catástrofe final, la paliza que le daría el San Pablo de Teté Santana, el bicampeón de América y del mundo. El final de esta historia es conocido.
“Fue la satisfacción más grande de mi vida deportiva”, dice Carlitos refiriéndose a la conquista de la Copa Libertadores. “Es una sensación diferente a la de ganar un campeonato en la Argentina. La competencia es más difícil. Hay otro nivel, otras necesidades, otro fútbol, otras situaciones (...) Mi discurso siempre fue el mismo. Veinte meses atrás, cuando volví a Vélez, dije que mi ambición era convertirlo en un grande de verdad por que el club no tenía historia a nivel internacional. Ahora ya tiene una, pequeña pero la tiene. Las críticas fueron muchas cuando dejé de lado el Campeonato Clausura ´94 para dedicarle todos los esfuerzos a la Libertadores. Hoy siento la tranquilidad de no haberme equivocado porque ahora Vélez tiene asegurado para siempre su ingreso al circulo de las competencias internacionales”.
Nació para ganar. Ganó un campeonato, fue subcampeonato, fue subcampeón en otro, logró la Copa Libertadores… ¿Y ahora qué?
-Ahora tenemos que pro-vagar.
-¿Qué es eso?
-¿Pro-vagar? Es proseguir el camino comenzado. El fútbol es un eterno recomenzar y un eterno reconfirmar.
Si Carlitos lo dice…

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