13.7.09

HACE CIEN AÑOS NACIÓ EL BOXEADOR RAÚL LANDINI

El 14 de julio de 1909 nació en Buenos Aires Raúl Athos Landini, ganador de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 y de larga trayectoria como profesional (43 victorias -11 KO-, 7 derrotas y 4 empates), realizando peleas en Estados Unidos, algo difícil de lograr por aquellos años. Debutó en 1929 y entre 1930 y 1935 fue campeón argentino de la categoría welter. Tras su retiro en 1940, Landini fue profesor de la disciplina, docente de técnica boxística en el Círculo de Periodistas Deportivos y titular de la Casa del Boxeador.

“Yo nunca entendí el boxeo de otro modo. Desde que me tomó (Gustavo) Levené en sus manos. ¿Pero sabe quién fue mi espejo? Guliardo Purcaro. Éramos los dos apenas un par de pibes cuando en el mismo día nos íbamos a dos o tres gimnasios para trenzarnos con la esperanza de llegar un día a campeones. Él tenía intuición, un talento natural para hace todas las cosas con facilidad. Le ponía la cara a todo el mundo y nadie le acertaba un golpe. Empecé a imitarlo y terminé por recibirme en esa academia de boxeo que era Purcaro”. (…)
“Me calcé los guantes por primera vez en 1921 y no me los saqué –dicho esto en un sentido figurado- hasta 1940. Veinte años en total. Y como usted dice, peleé con todos, porque en aquellos tiempos no elegíamos a nuestros adversarios. En 1925 integré un equipo sudamericano para un Torneo Panamericano y el ‘28 me gané una plaza en la representación argentina para los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. Me tocó disputar cinco combates y en la final perdí por fallo de los jurados con el defensor de los colores de Nueva Zelanda. Unos pocos años más tarde me vine a enterar que en el debut de esos juegos le había ganado a quien fue una de las grandes personalidades del boxeo mundial: el señor Tommy Loughran, que fuera campeón del mundo de peso medio pesado. Se anudó entre nosotros una amista. En 1930, cuando yo arribé a los Estados Unidos, ya como profesional, él me estaba esperando en el puerto de Nueva York. Regresé de Holanda con la medalla de plata y al poco tiempo me enrolé en el profesionalismo. Un año más tarde era campeón argentino de la categoría medio mediano al ganarle a Félix Expósito en la cancha de San Lorenzo de Almagro. Me fui a los Estados Unidos, y como estando allá no pude responder a un desafío, me sacaron el título. En el gran país del norte no me ambienté. Nunca me sentí cómodo. Tenía nostalgias, quería estar pronto de vuelta en lo mío. Gané las dos peleas que hice. Debuté en el viejo Madison ganándole a Al Diamonds, en un preliminar del encuentro entre dos “monstruos” del peso liviano, como eran Jack Kid Berg y Billy Petrolle, aquel que definió el destino de Justo Suárez. Volví a presentarme en el mismo escenario para una velada que tenía como atracción principal la figura de Kid Chocolate. Superé por puntos a Murria Keps, hice mis maletas y me embarqué de regreso para buenos Aires. Aquí recuperé el título que me habían sacado en ausencia y me enfrasqué en la que fue mi campaña más extensa e importante. Peleé con todos. ¿Rivales para recordar? Diría que todos. Puedo mencionarlos a Ignacio Ara, el cubano Kid Tunero, el Tigre de Alfara, el portugués (Antonio) Rodrigues y el italiano Victorio Ventura. Con el chileno Antonio Fernández (Fernandito) hicimos tres combates, dos aquí y el otro en Santiago. Siempre me gustó enfrentarlo porque estaba en mi línea, respondía al concepto que yo tuve siempre de lo que debe ser el boxeo. Lo de nosotros fue siempre un duelo de estrategias. Yo no iba a lo suyo, pero él tampoco admitía mi juego. Era inteligente, muy ingenioso. Tenía alegría y la desplegaba. Ganando uno u otro, el público y la crítica quedaban satisfechos. Decían que traducíamos la presencia del boxeo. Fernandino, por ejemplo, con su sensacional victoria por nocaut sobre el “Sapo” (Amado) Azar, temible pegador, demostró que los violentos, a no ser un accidente, no pueden triunfar sobre los buenos boxeadores”
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Reportaje a Raúl Landini, publicado en la revista Goles.
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