El 26 de noviembre de 1944 nació en Rosario, provincia de Santa Fe, Roberto Fontanarrosa. Humorista, historietista y escritor, es uno de los autores argentinos que ha alcanzado mayor popularidad. Su recuerdo, en fragmentos de “La crítica ha vivido equivocada”, entrevista de Juan Sasturain publicada en la revista Crisis, nº 51 de febrero de 1987.
-¿Empezás a escribir a partir de situaciones, de climas o de parodias completas?
-De situaciones, en general. Porque me he dado cuenta de que hay que encontrar nuevas fórmulas de plantear los cuentos y la parodia puede irse agotando como mecanismo. El mundo ha vivido equivocado, un libro que yo quiero mucho, tiene un número alto de parodias pero No sé si he sido claro ya es la transición hacia algo nuevo que todavía no sé qué es. Porque cuando hacés una vez el estilo de 'selecciones' en un relato, ¿cuántas veces más podés hacerlo? Por eso siento que hay ciertas zonas que no puedo seguir frecuentando.
-En tus narraciones, ya sean cuentos, novelas o historietas, la parodia es a veces muy explícita y en otras está dada por un clima evocado, un tono. En 'Ulpidio Vega', por ejemplo, es borgeano.
-Y sin embargo, es una parodia a Julián Centeya. Mientras lo escribía lo iba diciendo como lo diría él, del que tengo todos los discos y me fascina el canto que tiene. Ahí es sencillo: tenés un modelo fuerte y no hay más que recrearlo. Pero a veces hay que salir a otros campos.
-'Inodoro' empezó como una parodia y ya no lo es; 'Boogle', lo mismo. En la novela, igual: Best Seller era absolutamente paródico pero en los dos libros de cuentos ya hay textos no dependientes de otros. ¿Podés precisar los límites entre el humor, la parodia y 'lo serio' de la narrativa a secas?
-Aunque hay excepciones, trato de mantener una veta medianamente humorística. En 'Un hombre peligroso', por ejemplo, no hay humor, pero el contexto del libro le da coherencia. La veta puede darme, entonces, un cierto perfil propio, más que otra cosa. Si yo hiciera simplemente cuentos -buenos, regulares o malos- no sería lo mismo. Así, tengo un espacio personal donde no hay demasiados... Y no es una especulación con el mercado: da la casualidad de que es lo que más me gusta hacer Ya sea una parodia o el hallazgo de una situación rica desde el arranque, aunque sea absurda, como la de 'Sueño de barrio'.
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-¿Cuándo escribís?
-Sólo cuando tengo redondeada la historia. Una vez, y ya había escrito 'Area 18', intenté hacer una novela 'más en serio' ambientada en Rosario y la abandoné porque no me divertía. Partía de una idea que surgió hablando con Crist y que tiene que ver con el destino de Corto Maltés, del Corto Maltés que cada uno lleva adentro. Era un tipo que descubría, a los cuarenta años, que había cosas que, si no las había hecho hasta entonces, ya no las haría más. Él, que se había alimentado de fantasías, de aventuras de Pratt, se encontraba sin haber navegado por los mares del Sur, casado y gordo. Y el título que había pensado era ése: La muerte de Corto Maltés. Empecé. Tengo setenta páginas hechas y el comienzo, independizado, es el cuento 'El mundo ha vivido equivocado'. Pero un día me descubrí pensando: 'Ufa, tengo que ponerme a escribir eso'. Y ahí nomás lo dejé por otras cosas que me divirtieran. Eso lo tengo claro con relación a la literatura, donde no tengo el oficio hecho, como en el humor gráfico: hago cosas que me diviertan, buenas o malas pero con esa certeza. El peligro de trabajar sobre la facilidad -yo tengo una facilidad absoluta... para la rutina- es quedarme enganchado con algo que me gusta y seguir, sin demasiado criterio. Como esos tipos que hacen una canción buena, que es éxito, y después escriben once más de relleno para completar el longplay...
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-¿Qué lugar ocupa la literatura en tu formación de pibe?
-Creo que los que tuvimos una primera experiencia literaria leyendo historietas en los años cincuenta, tuvimos la suerte de encontrarnos con gente que escribía bien en ese campo. Por ahí es irse demasiado atrás, pero leíamos 'Gatito'... Yo no tenía la menor idea de quién era Oesterheld pero leí eso. Y después, cuando aparecieron 'Hora Cero' y 'Frontera' dentro de un género popular como la historieta, hubo un punto de referencia importante para pibes que recién empezaban a interesarse por la lectura: si a vos te gustaba Oesterheld, ya había otra historieta que no podías leer nunca más.
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-Y cuando empezás a hacer tus parodias 'modernas', en los comienzos de Hortensia hacia 1972, las fuentes son también de ese origen: el western 'spaguetti', episodios de Combate, el tono del lenguaje televisivo. ¿Y la literatura 'literatura'?
-Habría que ver las cosas sueltas que había en mi casa, muy dispares. Leí -andá a saber por qué intuición de que era algo importante- siendo muy chico, Contrapunto, de Huxley. No entendí nada, probablemente, pero era la intuición de que algo había. Eso que te hacía leer a Oesterheld y no las revistas mexicanas, de chico. Pero es recién a fines de los sesenta, cuando entro a la redacción de Boom, en Rosario, que la amistad con gente más grande y más formada que yo, como el negro lelpi o Rodolfo Vinacua, me sirvió para que sistematizara mis lecturas. Ya había pasado el boom latinoamericano, que me leí todo, y me impresionó, recuerdo, el lenguaje directo de Viñas en Dar la cara, lelpi me pasó todo Pavese, me acerqué a Hemingway y ahí agarré por ese lado.
-A los yanquis entraste por Hemingway.
-Yo sólo conocía de chico, a London y a Twain. Pero de Hemingway voy a Mailer y a Baldwin. Al leer todo Hemingway conozco los textos sobre la Guerra Civil Española, los escritos periodísticos, y de ahí paso al mundo de los best sellers, que me interesa como género. Lo que no he leído mucho es la serie negra, aunque me hayan gustado cosas como ¿Acaso no matan a los caballos?, de MacCoy. Tampoco me interesa demasiado la ciencia ficción y me quedé en lo más conocido, como Bradbury y algunos más. Ni siquiera leía las historietas de ciencia ficción de nuestra época, como Tommy Futuro. En cambio, me enganchaba más con una literatura fantástica que arranca de la realidad doméstica, como El Eternauta.
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-El cine siempre aparece, vuelve.
-Sí. Yo trabajé mucho sobre situaciones hechas del cine, desde las parodias iniciales en Hortensia, con escenas que se repiten: -en Adiós al amigo, en Vietnam, el tipo está herido, el amigo no lo quiere abandonar y alguien dice eso que he oído mil veces en películas de guerra- 'Tengo algo roto adentro... Si vuelves, dile a Mary que...' El Inodoro mismo trabajaba de ese modo: era una parodia que sumaba lugares comunes del radioteatro gauchesco más el lenguaje 'festivalero' de los sesenta a la Tejada Gómez. Pero en todos los casos, como en el primer Boogle, El francotirador o un western 'spaguetti', siempre está la presencia de los modelos de contar de cine. En el fondo es eso mismo que nos sorprendía en Pratt cuando pibes. Uno encuentra el modelo y trabaja sobre eso.”Microbio: Roberto Fontanarrosa - Canal Encuentro HD
Roberto Fontanarrosa: Documental biográfico de "El Negro"
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