18.6.13

Política nacional

A 40 AÑOS DE LA MASACRE DE EZEIZA
El 20 de junio de 1973 el regreso de Juan Perón a la Argentina fue empañado por los hechos de violencia entre sectores del propio peronismo. Los choques ocurridos en las proximidades del palco donde Perón iba a pronunciar un discurso obligaron a desviar su avión a la base aérea militar de Morón y que se cancelase el multitudinario recibimiento. La crónica, en tramos de Hubo muertos, heridos y confusión durante los tiroteos en la puente 1, nota del diario La Prensa del 21 de junio de 1973.



“Después de mediodía siguieron llegando densas columnas de manifestantes a las inmediaciones del puente 1 sobre la Autopista Ricchieri. Entre ellos, arribaron en varios camiones de la Municipalidad los músicos de las orquestas filarmónicas de Buenos Aires, Estable del teatro Colón y Banda Sinfónica Municipal, así como el Coro Mixto del teatro Colón, quienes se ubicaran al poco rato en el tablado situado debajo del palco central.
Mientras tanto, se difundía música folklórica y el actor Leonardo Favio, desde la cabina de transmisión; ubicada al costado Izquierdo del palco central, anunciaba que cuando llegara Juan Domingo Perón se soltarían 18.000 palomas, 'mil por cada año de exilio del general', explicó. A las 14 manifestó que según le apuntaba el teniente coronel Osinde, se calculaba la concurrencia en unos cuatro millones de personas.
(...)
A las 14.30, aproximadamente, el mencionado actor pidió a los manifestantes que bajaran los cartelones para que los fotógrafos y camarógrafos pudieran captar la imagen de la larga columna que colmaba la Autopista Riccheri, en una larga extensión.
Cuando se bajaron los carteles y los reporteros gráficos enfocaron con sus máquinas al público, éste cantó enfáticamente 'Los muchachos peronistas', al tiempo que levantaba los dedos índice y mayor y daban grandes saltos. Cuando terminaron de cantar exclamaron insistentemente: 'Si este no es el pueblo, el pueblo dónde está', así como 'Argentina, Argentina' y 'Dale Pocho'.


El primer tiroteo


Fue en esos instantes, a las 14.40, cuando se oyeron varios estampidos que provenían de detrás del palco, por el lado de la izquierda. Algunas balas silbaron sobre las cabezas de las personas que estaban junto al palco central, y los periodistas y músicos que se hallaban en el tablado al pie del puente. Rápidamente todas estas personas se arrojaban cuerpo a tierra mientras seguían oyéndose disparos de ametralladoras y armas cortas.
Cundió la confusión y se produjeron escenas de nervios entre algunas mujeres. Leonardo Favio, arrojado en el piso de la cabina, reclamaba orden por el micrófono pero la confusión no disminuía. El actor pidió que se soltaran las palomas, lo que se hizo al tiempo que él gritaba 'Paz, paz, paz'.
Con cortos intervalos seguía oyéndose el ruido de disparos y se vio que las personas ubicadas a los costados del palco central esgrimían fusiles ametralladoras y pistolas.
Corrió en seguida la voz de que quienes habían disparando eran grupos guerrilleros con matices ideológicos de izquierda. Arreciaron entonces las exclamaciones 'La vida por Perón' y '¡Perón, Evita, la patria peronista!'.


'Traiganlos que los matamos'


Cronistas de este diario, desde su posición de cuerpo a tierra, observaron cómo eran sorprendidos algunos de los agresores. '¡Tráiganlos que los matamos!' -gritó uno de los que estaban alrededor del palco, a quienes habían capturado a un agresor, y el joven sorprendido, que reflejaba en su rostro un intenso pánico fue izado hasta el palco, donde se lo vio desaparecer entre varias personas que se abalanzaron sobre él.
Otro de los provocadores se encaramó a una torre donde se hallaban los amplificadores y fue reducido por varios jóvenes, que la emprendieron a golpes con él y lo bajaron de la torre ante la mirada y los abucheos del público.
En cierto momento, un hombre vestido con campera marrón se aproximó al palco central portando una cruz hecha con dos palos unidos por una bandera argentina, y se le vio inmóvil, entre la confusión, mover los labios como si estuviese rezando. Tras una tregua de media hora volvió a producirse otro tiroteo. Eran las 16.30. Este nuevo hecho arrojó un mayor saldo de víctimas. Por la parte de atrás del palco hubo corridas y las ambulancias hicieron oír el ulular de sus sirenas. Este, último tiroteo se prolongó en forma intensa, oyéndose estampidos de armas de distinto calibre.
Los disparos y las humaredas aparentemente producidas por granadas así como por automóviles incendiados, la desbandada masiva del público, sobre el que por momentos arreciaban los disparos, aumentaban la inquietud y la confusión dentro de un clima de caracteres decididamente bélicos.
Los agresores se ocultaron entre los árboles de un bosque de pinos y tras unos baños de campaña donde durante varios minutos arreció un intenso cambio de disparos, entre los que se oyeron ráfagas de ametralladora. Otros focos de fuego se produjeron en la confitería Namuncurá, cerca de las piletas de Ezeiza. El locutor seguía exhortando al orden, desde su cabina de trasmisión, y pedía que 'ningún peronista se moviese del lugar para evitar mayor confusión durante la desconcentración'.
También dijo: 'Nosotros somos más de cuatro millones de peronistas, y los provocadores son nada más que cuatro o cinco personas. Por este motivo no debemos desconcentrarnos'.
Cabe señalar que cuando se produjeron los sucesos que terminaron con la captura y probable muerte de algunas personas se pudo observar a varias ensangrentadas que eran conducidas en camillas a los puestos sanitarios y al hospital de Ezeiza, donde se informó una hora después que había más de ciento cincuenta heridos y un número no determinado de muertos. Pudo igualmente observarse, en los lugares de ingreso a los puestos sanitarios, enormes manchas de sangre.


Otro enfrentamiento


Poco antes, aproximadamente a las 15.40, los periodistas que se encontraban sobre el costado izquierdo del puente debieron abandonar apresuradamente el lugar, cuando un grupo de 500 manifestantes que se identificaron como Montoneros intentó subir al terraplén y copar el lugar donde se encontraban elementos de las llamadas 'juventudes sindicales peronistas'.
Se produjo un enfrentamiento armado entre ambas fracciones. La mayoría de los sindicalistas portaban armas de gruesos calibres y comenzaron a perseguir a los denominados Montoneros, quienes se dirigían hacia el bosque que da sobre la ruta 205.
Próximo a la zona arbolada, los Montoneros, que huían en esa dirección, volvieron sobre sus pasos y comenzaron a disparar sus armas contra los perseguidores. Esa acción era apoyada por francotiradores ocultos entre los árboles. La situación creó mucha confusión y se vio caer mucha gente herida, incluso a manifestantes que no participaban en los hechos.
En ese momento se cumplió la orden de liberar a las palomas, hecho que -como se sabe- se tenía que realizar a la llegada al palco del ex presidente Perón.
Esto no calmó los ánimos. Muy lejos de ello, siguieron los tiroteos, escuchándose disparos de metralletas y armas largas.
A un hospital de campaña próximo al puente, instalado bajo una carpa, eran llevados los heridos, donde se les prestaron los primeros auxilios a los más graves, mientras que a los demás se los dejaba sobre el pasto a la espera de las ambulancias.
Muchos de los heridos presentaban lesiones producidas por golpes u otras lesiones, y muchos heridas de bala.
Comenzó luego la desconcentración de la gente, en dirección al bosque que da sobre las piletas, para evitar la zona de los enfrentamientos que se intensificaban al correr de los minutos.
En ese momento pudo observarse que tres automóviles patrulleros de la policía provincial, que se hallaban próximos a la zona de los sucesos, se alejaron en dirección a Ezeiza haciendo sonar la sirena sin regresar por la zona.
A la sala de primeros auxilios de Esteban Echeverría eran llevados los heridos en distintos medios de locomoción. También en ese lugar se produjeron enfrentamientos entre los grupos antagónicos. Un cronista de este diario no pudo ingresar al hospital, al ser parado, arma en mano, por un joven que se identificó como perteneciente a la 'juventud peronista', manifestando que no debía meterse en esas cosas el periodismo.
En un lugar próximo a esta sala aterrizaban los helicópteros (uno del Ministerio de Bienestar Social y otro de la policía caminera provincial), en los que se trasladaban a los heridos de mayor gravedad al hospital de Ezeiza.
Los cronistas allí destacados pudieron informarse que la capacidad del hospital de Ezeiza estaba colmada, y que entre los internados se hallaban alrededor de 150 heridos por estos hechos, de los cuales 80 habían recibido disparos de armas de fuego.
Se pudo observar que entre los heridos que se trasladaba en los helicópteros, algunos presentaban un estado desesperante, por lo que los facultativos temían por sus vidas.
Además se solicitaba plasma y dadores de sangre, ya que se habían agotado las existencias que había en el lugar, por lo que muchos manifestantes acudieron a donar sangre.
También buen número de heridos fueron derivados a los hospitales de Lanús, Avellaneda y zonas cercanas a Ezeiza.”


La masacre de Ezeiza (documental)


El regreso de Perón en noticieros televisivos de la época


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