6.12.12

Deportes

A 25 AÑOS DE LA TRAGEDIA DEL ALIANZA LIMA
Hace 25 años el drama enlutó al fútbol cuando el avión que transportaba al equipo del Alianza Lima -uno de los tres grandes del fútbol peruano- se estrelló en el mar. El accidente aéreo se sumaba a la lista de otras tragedias sudamericanas, como la del equipo chileno Green Cross en 1961, el boliviano The Strongest en 1969, o los rugbiers uruguayos del Old Christians en 1972. El caso, en tramos de El mundo llora por Alianza, nota de El Veco en la revista El Gráfico, nº 3558 del 15 de diciembre de 1987.
“El martes 8 de diciembre, luego de vencer 1-0 al Deportivo Pucallpa por la 18a fecha del Torneo Descentralizado y quedar como único puntero, el plantel de Alianza regresaba en avión rumbo al aeropuerto Jorge Chávez de Lima. Debía aterrizar a las 20.10 horas. Cinco minutos antes, el piloto Edilberto Villar Molina perdió el contacto con la torre de control luego de anunciarle fallas técnicas en el sistema eléctrico del tablero de instrumentos de a bordo. La comunicación nunca se recuperó y horas después el Fokker F-27 AE-560 de la Marina peruana, que llevaba 44 personas (6 tripulantes y 38 pasajeros, entre quienes se hallaban 16 jugadores, el director técnico Marcos Calderón, el preparador físico, el médico, dos utileros, cuatro dirigentes, ocho hinchas y los tres árbitros) cayó al mar frente al balneario de Ventanilla, a 28 kilómetros del centro de Lima. El miércoles 9 a las 5 de la mañana fueron encontrados los restos del avión. En la tragedia murieron 43 personas y hubo un solo sobreviviente: el piloto, quien salvó su vida tras mantenerse diez horas en el agua. Los integrantes del plantel de Alianza Lima eran: José González Ganoza, César Sussoni, Tomás Farfán, Daniel Reyes, Carlos Bustamante, Gino Peña, José Casanova, Luis Escobar, Aldo Chamochumbi, Alfredo Tomassini, Milton Cavero, William León, Ignacio Carretón, Braulio Tejada y Johnny Watson.
'José Ramón Cantaliso canta muy liso para que lo entiendan bien', decía Nicolás Guillén. Este es el equipo de los negros-negros y cuidadito, decimos nosotros desde esta Lima redondeada en una lágrima que no cesa. Es el Alianza de los negros-negros, subrayado orgulloso, redundancia rotunda que se proclama con los pechos en proa, cual acorazados dispuestos a pelear en el mar de la vida, ese que generalmente está embravecido para los negros-negros de casi todo el mundo.
¿Qué hacían en 1901? Trabajaban en lo que podían y algunos eran peones de caballerizas, hombres de ambiciones cortas como su jornal, con futuros medios en un tiempo lejano, casi inalcanzable. Con los ojos bien abiertos de los más chicos para medir asombrados sus ganas de todo; con las cabezas de algodón de sus abuelos, fumándose los últimos años en el portón del 'callejón', sinónimo limeño del conventillo, cuna y última cama, atados inexorablemente por todos los almanaques de la vida.
Volvamos a 1901. ¡Patio de stud!, con las mismas ambiciones y el mismo olor picante de la alfalfa húmeda de todos los patios de stud de! mundo. Lar de sueños al galope, de caballos alados y de domingos que se vislumbran diferentes, con tintineo abundoso de monedas nuevas en los bolsillos flacos, y también con peoncitos morenos corriendo detrás de una pelota, esa que trajeron los ingleses de los ferrocarriles sedentarios o de los barcos nómades para encender el gusto deportivo del continente nuevo. Y el 15 de febrero en la más humilde fundación y también la más esperanzada, hasta con marco de pesebre, nació el club que llevaría el nombre del stud: 'Alianza', y cuyo propietario -don Augusto B. Leguía- sería presidente del Perú con el correr de los años.
(...)
Alianza es el sinónimo de este fútbol de toque, opus 23 para piano y orquesta, que identifica a las grandes Selecciones Peruanas, aquellas campeonas sudamericanas en 1939 y 1975, o las que eliminaron a Argentina de México 70 y a Uruguay de España 82. Ese es el fútbol de habilidad, de entrega al botín que se identifica más que en otros en este Alianza Lima de los negros-negros.
Diciembre 8 del 87 y la tragedia al alcance de la lágrima. Uno los imaginó por la tarde abrazados bajo el sol de Pucallpa, en plena selva amazónica, celebrando el triunfo por 1-0, gol de Carlos Bustamante, que los dejaba como líderes absolutos del Torneo Descentralizado. Y uno los imagina, aunque se arrugue el corazón porque éramos amigos de casi todos ellos, aferrados al miedo de la caída definitiva del Fokker rumbo a la playa de Ventanilla, entre las 8.15 y las 8.30 de la noche, y sentimos que todo se confunde, que la palabra 'injusticia' se redacta sola sobre ese abismo acuoso a 28 kilómetros de la capital del Perú.
(...)
Este Alianza abrazado siempre a la fe religiosa del Señor de los Milagros, del Cristo Morado que pasean en octubre por las calles de Lima, de capilla en capilla, en la procesión de fe más grande que hayamos visto en cualquier país de la tierra; este Alianza con cirios encendidos en sus vestuarios de cualquier parte, con esa clásica camiseta blanca y azul a bastones que en el mes tradicional se convierte en blanca y morada en honor precisamente de su patrono, ha dejado de ser estos nombres de 'Caico' González, de Farfán, de Lucho Escobar, de Reyes, de Casanova, del técnico Marcos Calderón y de tantos otros.
Alianza no se detendrá. Las lágrimas se secarán con dificultad, pero el dolor se irá mitigando, el crespón de la noche larga dará lugar otra vez a los días venturosos, llegarán otras tardes de domingo, el eco de la barra seguidora se escuchará con la fuerza de siempre y el 'se va el Alianza para campeón' tendrá la justificación de oírse en medio de una vuelta olímpica no lejana.
Los llaman también los 'íntimos' por la unidad que los aterra, por esa identificación absoluta de sentires que ata a los hinchas del club de Agustín Merino. Y sobre esa base de lazos encadenados vendrá el nuevo equipo y todos estarán a la orden, sin reclamar nada, como debe ser.
El miércoles hubo misa en la cancha y se juraron estrechar filas cuando un hincha exhibió la pelota quemada del último partido, esa que apareció flotando en la playa de Ventanilla. Y todos levantaron los brazos en un juramento conmovedor, hasta el caracú.
(...)
Patio de stud, barrio bravo, negros-negros, cabriolas de pies descalzos, chiquillos nuevos bailando sobre la tierra seca para dominar más tarde una pelota, mirar el cemento del estadio y soñar de chanfle, como Bustamente, como 'Lucho' Escobar, como Casanova, como todos.
¡Qué va a morir Alianza! Seguirá enhiesto hasta el siglo 21, mientras en el barrio de La Victoria sigan saliendo los negros-negros para animar la procesión interminable de su fútbol arte”. Informe sobre el trágico accidente Décima Al Alianza Lima, del poeta peruano Nicomedes Santa Cruz

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