26.10.12

Política Internacional

HACE 10 AÑOS LULA GANABA LA PRESIDENCIA DEL BRASIL
El 27 de octubre de 2002 el obrero metalúrgico y sindicalista Luiz Inácio “Lula” Da Silva se convertía en presidente electo del Brasil luego de tres intentos fracasados. Ese domingo, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), derrotó al candidato derechista José Serra con más del 60 por ciento de los sufragios. Su victoria y las diferencias con nuestro país, en ¿Qué tienen ellos?, nota de Alfredo Leuco en la revista Noticias, nº1349 del 2 de noviembre de 2002.



“¿Qué tiene la República Federativa de Brasil que no tenga la República Argentina? ¿Qué condiciones culturales, sociales y políticas alumbraron un fenómeno político de gran riqueza conceptual y de vanguardia ideológica, como el que encarna Lula? ¿Amor a su patria?
Sí, un profundo amor por Brasil que se expresa de mil maneras. Desde la presencia permanente de la bandera a la utilización de la supercampeona camiseta verde-amarelha: 'A mais grande do mundo'. Lo dicen sin soberbia. La bandera allí funciona como motor nacional, como utopía de un destino común de 175 millones de personas. Esto no significa que nosotros no amemos a nuestro país, pero existe cierta culpa para relacionarse con los símbolos patrios y el temor de ser acusados de nacionalistas con 'ce' o -peor aún- con 'zeta'. El sano nacionalismo brasileño también se expresa así: cuando una gran empresa gana mercados en otro país, los brasileños lo sienten como un triunfo propio, casi personal.
Tanto Lula como Serra besaron la bandera frente a las cámaras de televisión y todo el mundo lo tomó como algo normal. Aquí todos (empezando por nosotros, los periodistas) los hubiésemos acusado de demagogos patrioteros.
¿Son tolerantes y enemigos de dramatizar los brasileños? Sí. El 'tudo bem' que los singulariza en cada situación no es un saludo tonto y vacío de contenido. Es una expresión de buenos deseos. Es una reacción de alegría por el encuentro. Son militantes de la diversidad política, cultural y racial, y no andan todo el día indignados por cualquier cosa. No viven alarmados ni alarmando. Se quejan, insultan y ya está, a otra cosa. Siempre están bien dispuestos para ver de qué manera algo se puede solucionar. Esa actitud festiva se ve en el fútbol, en su música y en miles de organizaciones que desprecian los dogmas blindados.
¿Esto sería posible en la Argentina? ¿Podrían convivir en paz y construir algo en común gente de orígenes tan presuntamente antagónicos? El festejo multitudinario del domingo en la Avenida Paulista tuvo todos estos condimentos. Allí nadie rompió un solo vidrio. Ni hubo conflicto. Pese a que estaban los locales de las más grandes empresas del mundo, incluidas las multinacionales, y a que los grupos trotskistas más duros y minoritarios del PT reclamaban con un cartel que 'nuestro gobierno rompa ya con el FMI', cosa que Lula no va a hacer ni ebrio ni dormido.
El amor a la patria, la tolerancia y la ausencia del dramatismo paralizante son parte de esa tierra fértil en donde se sembraron los mejores valores del Brasil. Por eso, la dictadura militar que tuvieron hasta no hace mucho, que fue asesina y repudiable como toda dictadura militar, en lo económico, sin embargo, ayudó a desarrollar la producción nacional y no a entregar el país atado de pies y manos a los altares de Wall Street.
Quizá por eso los empresarios paulistas más poderosos, por boca de su presidente Horacio Lafer Piva, salieron a elogiar el primer discurso de Lula calificándolo a él de estadista creíble y sensible, y a advertirles a los mercados que sean respetuosos y no apliquen la mano de hierro.
Los brasileños son empresarios fuertemente enraizados con su tierra y con la industria. Quieren dar trabajo y exportar. Y aprendieron a respetar a Lula desde el otro lado del mostrador, por su ética para ser sindicalista y no quedarse jamás con un vuelto y por defender el trabajo y a los trabajadores brasileños.
Brasil es un país con empresarios que aman el capital y la producción y con sindicalistas combativos pero razonables. De ese Brasil nació Lula. No nació de un repollo ni por generación espontánea. Lula es un típico producto nacional. Como Fernando Henrique Cardoso, que es el emergente de un grupo de intelectuales de prestigio mundial que resolvió salir del 'chiquitaje' virginal y testimonial de los laboratorios e involucrarse a fondo con la realidad y el futuro de su pueblo. Cardoso se subió a los vientos del neo-liberalismo y otros, como Celso Furtado, José Dirceu, Marco Aurelio García prefirieron ayudar a parir el PT, algo así como un neo-socialismo que combate las injusticias sociales con el único dogma de la democracia.
Está claro que nosotros no tenemos un Lula ni tuvimos un Cardoso. Es un buen momento para empezar a preguntarse por qué.”
Fragmentos de spots de la campaña presidencial de 2002

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