6.6.12

Literatura

MURIÓ RAY BRADBURY
Acabamos de enterarnos del fallecimiento del escritor estadounidense Ray Bradbury, uno de los autores fundamentales del género de ciencia-ficción. Crónicas marcianas, El hombre ilustrado, Fahrenheit 451 son algunas de sus obras más populares. Lo recordamos hablando de literatura, tecnología y la bomba atómica en fragmentos de “Que el hombre, mitad bestia, mitad hombre, se convierta en un hombre entero...”, entrevista de Sophie Lannes y William Desmond reproducida en el diario La Opinión del 3 de septiembre de 1978.






“-Usted es conocido por sus obras de ciencia-ficción. Esta etiqueta de escritor de ciencia-ficción, ¿le satisface?
Ray Bradbury: -Ante todo, soy un mago. Un mago puede hacer toda clase de cosas a partir de ia tecnología y de la física. Yo las hago jugar como el ilusionista y hago creer en lo imposible. El físico también es un mago que obtiene resultados increíbles haciendo jugar las leyes de la física. Cuando yo respeto esas leyes soy un escritor de ciencia-ficción; cuando las olvido, soy un escritor fantástico. De hecho, escribo obras de imaginación sobre la historia de las ideas, que se confunde con la historia de la ciencia-ficción. Las ideas me fascinan. En la historia de los hombres todo comienza con un sueño. Del sueño pasan al dibujo, a la curva, al diagrama. Cuando se ponen a dejar testimonio comienza la ciencia. Cuando la ciencia se realiza, se da el hecho científico.
-Dicho de otro modo, cuando la ciencia-ficción se vuelve realidad, cuando su sueño ha 'triunfado' ¿desaparece?
-¡Exactamente! Los hombres de las cavernas, aterrorizados por los mamuts, comenzaron por soñar el fuego como medio de alejarlos. Después trataron de inventarlo. Tuvieron éxito. Y el fuego se convirtió en un hecho científico. Después soñaron que esos mamuts podrían ser su alimento. Los dibujaron, los pintaron imaginándose que los mataban. Y ese sueño de ciencia-ficción -la caza y la conservación de la carne- terminó, a fuerza de ser representado, por convertirse en realidad, o sea, en hecho científico. Lawrence de Arabia es una pura historia de ciencia-ficción- los árabes se negaban a creerle cuando él les decía que por encima de las montañas surgirían especies de ciervos voladores cargados de bombas que arrojarían sobre ellos. La ciencia-ficción no es otra cosa que la historia del nacimiento de las ideas.
Ideas que, en un primer momento, parecen locas. Los escritores de ciencia-ficción las expresan sin darse cuenta ellos mismos de su alcance. No se dice suficientemente que pueden volverse realidad. Yo, por mi parte, me esfuerzo por explicarlo para que la gente comprenda y respete mi emoción, mi entusiasmo ante el surgimiento espontáneo de la idea. Escritores como Julio Verne, H. G. Wells y Edgar Rice Burroughs han hecho mucho mas para cambiar el curso de la historia de la humanidad que todos los grandes intelectuales del mundo.
-¿Porque han hecho soñar?
-Los escritores puramente intelectuales no tienen el sentido de lo maravilloso. No saben hacer crecer al niño como corresponde para que crezca, hacerlo explotar cuando tiene 10 ó 12 años, en la impaciencia de lo que debe ser. Es la edad en la que no se puede esperar un minuto más para convertirse en el Capitán Nemo y cambiar el mundo. Cuando el almirante Byrd sobrevoló por primera vez el Polo Norte, en 1926, dijo- 'Fue Julio Verne quien me ha traído hasta aquí'. Era el niño quien hablaba. En Estados Unidos recibimos con los brazos abiertos a nuestro tío Julio, nos reconocemos en él, porque tiene el mismo interés Ioco, apasionado por las máquinas, lo que éstas pueden hacer por nosotros, y también lo que pueden hacernos. Ya que, si nos previene contra el mal uso de la técnica, nos recompensa con la alegría y la exaltación cuando nos servimos de ella del modo adecuado. Julio Verne es ciertamente uno de los grandes moralistas de nuestro tiempo.
-Todo consiste en eso: en el buen uso de la técnica. ¿El mundo no está en peligro debido a los excesos de la técnica?
-La humanidad se amenaza a sí misma. Nosotros somos la tecnología. La tecnología es lo que son nuestros sueños y lo que nosotros hacemos de ellos. Si soñamos bien, la tecnología será buena. H. G. Wells estaba convencido de que la invención de la bomba atómica sería el fin de la humanidad. Hace treinta años ¿quién hubiera entendido que la bomba H era el instrumento más perfecto producido por el mundo para enseñarnos la paz de Cristo? Llegó como un vasto rumor para decirnos: 'Ahora, siéntense, hagan sus cálculos y encuentren la manera de ponerse de acuerdo los unos con los otros, de amarse los unos a los otros'. Y nosotros oímos ese rumor.
-Pero ¿lo escuchamos?
-No me hago ninguna ilusión; no nos hemos vuelto ángeles. Nos gusta destruirnos. Es más fácil y con eso se suprimen los problemas. Pero también somos una mezcla de elementos contradictorios; es imposible que estalle un nuevo conflicto mundial. Estamos locos pero no hasta ese punto. Estamos condenados a soportarnos, a tolerarnos. Nada resulta más difícil en la vida cotidiana. Es exactamente como en una pareja, o en una amistad. Siempre llega un momento en el que uno no puede evitar la tendencia a poner a prueba ese amor, esa amistad. Es necesario que una de las partes sepa dar un llamado de atención: 'Basta. No más allá, o lo destruímos todo.' La bomba H está allí para decirles a las naciones: 'Basta. No más allá'. Llegará un día en el que figurará entre las catedrales de la época, junto a la imagen de Cristo, príncipe de la paz, como la máquina de paz que nos habrá enseñado a comportarnos como cristianos. Para una persona que está con gripe, hablo con elocuencia, ¿no?”

Tráiler de la última versión cinematográfica de Fahrenheit 451


Entrevista a Ray Bradbury







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