8.2.12

Adiós Flaco

"Cuando yo salgo al escenario a la gente le pasa algo"
En el día de su muerte, recordamos a Luis Alberto Spinetta, uno de los más grandes músicos de la historia del rock nacional. Fragmentos de “Cuando yo salgo al escenario a la gente le pasa algo”, entrevista de Carlos Polimeni publicada el domingo 2 de febrero de 1986 en el suplemento Espectáculos de Clarín.



-Ahora estás actuando solo, con tu guitarra. Es un giro por demás pronunciado...
-Sí, es un giro. Acuérdense, todos, de que lo pude hacer siempre, y llevarme todo solo y no quise. Ahora lo hago para no aburrirme, pero también porque vivo de esto y porque quiero tocar para la gente un toco de canciones como Asilo en tu corazón o Un niño nace o Nueva Luna, que no van a estar en este disco y no están en ninguno. Tengo un cachet superalto y me divierto: negocio con mi realidad. Ese es mi hoy. Cuando creí que estaba mal, no lo hice.
-En esos temas, como en otros, sigue habiendo una tendencia hermética, una especia de mensaje que podría condensarse en la frase: `no quiero gustar, quiero que me entiendan con esfuerzo´.
-Ustedes fomentan el mito de Spinetta. Fomentan la idea de que intento una estrategia. Y solamente quiero disfrutar de mis ideas, haciendo lo que me place. Es cierto que no lo hago para la gente. Pero no soy complicado. Hice Asilo en tu corazón, uno de los temas más compactos de todos los míos, que es una balada comprensible, con una letra certera (`solo amar hasta perder la noción´) en medio de un ataque emocional que me hizo llorar, y re-llorar, cuando lo terminé. Eso soy yo, un acto emocional componiendo. Si tengo una estrategia es la que me permite negociar un punto de unión entre la realidad y mi neurología.
-¿Y tocando cómo estás?
-Básicamente, muy bien porque siento que lo que hago me produce una excitación que me satisface. Hice hace poco, después de seis meses sin tocar en público, una gira por el Sur y me di cuenta de que estoy ahí, de que cuando salgo al escenario a la gente le pasa algo. Y mi música está intacta, re buena. Creo que con tal de resguardar eso voy a negociar toda la vida como un demonio, hasta que estire la pata. Mi poesía escrita en casa, que no son las letras de Privé, sino el germen inicial de las letras de Privé. Poesías que por ahí mañana son otro libro de poesías. O algo.
-Da idea de que al hablar del presente hablás de una cosa quieta.
-En cierto sentido es así cuando hablo mucho de Privé, pero ojo que para el que lo escucha hay un cambio enorme. Porque todo lo bueno cambia: cuando escucho un disco de un tipo que me mata, espero siempre que sea diferente, que me haga sentir ese estado beatle de la producción, en que nada puede ser igual al pasado.
(...)
-Mirándote desde afuera, ¿podés analizar qué cosa es Spinetta, en 1986, para el rock argentino?
-Yo lo veo como un artista que se mantiene. Un artista que más que conservar un lugar siempre está recuperándolo. Está recuperando hoy una territorialidad pero también un estado anímico. Spinetta ya no quiere que sus hijos bailen más con Demoliendo hoteles que con lo suyo. Entonces se plantea ¿por qué no puedo hacer un disco que sea una bola de rock? Y surge Prive. Un disco para sus hijos también. Un disco para pasar un poco de la melancolía que le dio Jade al eclecticismo de un futuro que está empezando.
-Un disco para dentro y para fuera a la vez...
-Un disco, hombre. Si sigo haciendo discos, y por los veinte voy, es porque además amo y necesito ese éxito de poder tocar delante de la gente y que me aplaudan. Es una confesión, casi. Pero me han idealizado tanto que tengo que decir que me gusta que lo mío sea taquilla y yo disfrute del beneficio material de lo que produzco, junto a todos los que colaboran con lo que hago. Yo soy un omnicófago, neurótico, psicotrópico incorregible y me siento un carnicero de la música. Utilizo más tirar la pintura contra la tela que usar aerógrafo porque carezco de un estado técnico del nivel de Aznar o Mono Fontana. Mi mérito es ser una zapatilla, una ojota, que en el camino de la música se ha deslizado coherente con lo que propone sin darle crédito a los cuervos.
-¿Cuales cuervos?
-Sobre todo los productores que saben que arriesgando se llega y mezquinan porque la quieren hacer de taquito, y quieren levantarse al final con la bola de dinero inmensa. Producir cosas sensacionales para la gente, hoy más que nunca es una impronta. Pero acá hay tipos que hasta son capaces de retirar el dinero del mismo edificio que ayudaron a levantar, por bastardos. Esos tipos son los cuervos. O tipos que son muy hippies y no se dan cuenta de que la mejor forma de ser hippies en su rubro es ayudar a que el talento de sus subordinados estalle.
-¿Spineta se vendió cuando grabó un jingle para la radio Rock and Pop?
-Spinetta se vendió. ¿Y qué?. Yo conozco al dueño de la radio. Daniel Grinbank. No haría jamás un negocio con él. Pero es un tipo brillante y creo que lo mejor que hizo en su vida fue esa radio. Lo digo como audiencia. Bueno, me ofrecieron un trabajo profesional y lo hice con gusto. Como Calamaro o La Torre lo hicieron. Pero conmigo surge ese planteo. Y yo digo, ¿pero por qué me lo reprochan?. ¿Qué se creen que soy? ¿Por qué me condenan a ser el Padre Lombardero del rock nacional?. ¿Por qué piensan que soy un Borges ciego-sordo-mudo que no puede bailar el Rap del exilio?. ¿Por qué se piensan que no me muero escuchando a Boy George o con Virus? Si escuchan mis discos desde el primero estoy diciendo lo mismo: hay que crecer, hay que hacer la revolución del eclecticismo. A mi, un grupo como Virus me ha dado una lección de música: lo negué tanto intelectualmente que cuando me abrí en serio a escucharlo me voló la cabeza. Me hizo entender toda su belleza. Esa es la única vía de crecimiento que es perenne. Abrirse como una flor y dejarse regar por lo nuevo. Si no, cuando te querés acordar te marchitaste. Y llegó el otoño.”


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