9.2.11

Cultura

NACE ALBERTO LAISECA
El 11 de febrero de 1941 nació Alberto Laiseca, un escritor de culto que ganó la beca Guggenheim de narración y el Diploma al Mérito de la Fundación Konex. Autor de la novela Los Sorias que tiene más de mil quinientas páginas, saltó a la popularidad con el ciclo Cuentos de terror en el canal I-Sat. Tramos de Delirante máximo de la vida misma, nota de Gabino García Pintos en Tanta Agua, publicación de alumnos de Tea de diciembre de 1999.




    “-¿Cúando escribió la primer versión de Los Sorias?

    -A los veinte años, pero era tan chata y fría que la quemé. Mucho tiempo después escribí otra, pero también era mala; después la convertí en una novela de doscientas páginas que la tiré a la mierda. Veintiséis años más tarde empecé la cuarta y última versión que tardé otros diez en terminar.

   -¿Sobrevivió algo de aquella primera versión?

    -Sí, la teoría del poder absoluto que desde un primer momento busqué organizarlo de una manera más humanizada.

   -¿Cómo nacen esos personajes tan extraños que aparecen en sus libros?

   -Viví una infancia bastante dura, reprimido por mi padre. No es casualidad que la mayoría de esos personajes sean poderosos. ¿Te diste cuenta de que hacen lo que se les canta? Yo los utilizo como un mecanismo de compensación psíquica, esa es una ventaja que tenemos los escritores que me gusta mucho aprovechar.

   -¿Sus libros son autobiográficos?

    -Sí, eso queda totalmente demostrado en El gusano máximo de la vida misma. Ahí desarrollo muchos de mis pensamientos sobre las mujeres, el poder y hasta de mi niñez. No me gusta la poesía abstracta porque estamos en el mundo de lo concreto. Para ser abstractos tenemos toda la eternidad.
(…)
   -La hija de Kheops, La mujer en la muralla y Los Sorias son novelas que tienen una importante investigación histórica por detrás. Mientas investiga, ¿busca conocimiento personal o información para sus libros?

   -Todo es material para la vida. Antes de escribir hay que vivir, porque para escribir siempre hay tiempo. En mi escala de valores primero busco desarrollarme y después lo otro. A mí me interesa mucho la física, la astrología (que la defino como la ciencia madre), la historia antigua y el estudio de otras civilizaciones.

   -¿Qué es el realismo delirante del que tanto habla?

   -Yo nunca pierdo de vista la realidad, sino que la explico con delirio, que es una forma más fuerte de leer las cosas. La utilizo para ver las cosas desde otra perspectiva. A la realidad siempre hay que mirarla desde la cuerda floja: pero ojo, ni siquiera con el delirio se puede violar el sentido final de la verdad. Muchas veces he dicho que la diferencia entre un escritor y una persona que está en un manicomio es que los locos se lo creen todo y el escritor no. Pero en definitiva, los delirios son los mismos.

   -¿Qué papel juega la literatura en su vida?

   -La literatura es muy importante para mí; es un reflejo de uno mismo. La utilizo como una suerte de humanización, donde busco mejorar a cada personaje. Para darle un ejemplo, Los Sorias es la purificación del alma del autor. Todos tenemos monstruos muy jodidos adentro: no somos inocentes. Los mayores crímenes son los imaginados, no los cometidos. Usted ni se entera si yo tengo malos pensamientos hacia usted, pero sí me hago daño a mí mismo. Todas esas cosas deben ser purificadas, y uno quiere quedarse al final del camino con una porción de felicidad entre las manos.

   -También le dedicó un libro a los estudiantes del plagio...

   -(Risas) Ah, leyó Por favor, ¡plágienme! Así es, yo digo que plagiar es sólo para los elegidos: con ese libro busqué ser justo. Muchos artistas no se atreven a citar a un libro, pasaje o una idea que se acerque a su obra en algún punto. No quieren reconocer sus antecedentes ni ante sí mismos. Se ha dicho que un hombre no merece el nombre de artista hasta que haya sido plagiado por lo menos siete veces. Yo no tengo ningún problema en citar a personas como Oscar Wilde o Shakespeare.

   -¿Puede imaginar a Laiseca lejos de la literatura?

   -Yo tengo capacidad para muchas cosas. Todos tenemos otras oportunidades. Trabajando en serio podría haber hecho mucha guita, pero hace tiempo que decidí que eso no me importaba. Creo que no podría haber sido escultor, ni músico ni pintor. El cine me gusta mucho, sobre todo Favio. Lo admiro porque es un gran artista que hace lo que siente y le gusta. Cada vez que empieza a filmar tiene que hipotecar la casa y hasta volver a cantar para ganar unos mangos. Pero al final siempre realiza la película que soñó.

   -Pero no me contestó...

   -Ah, es verdad. Seguramente me hubiera ido del país a buscar otros horizontes. Pero ahora estoy viejo y hago lo que me gusta.

   -Usted no parece ser tan ambicioso como son los personajes de sus libros.

   Lo oculto muy bien. Lo que pasa es que no tiene sentido enloquecer. Suponga que yo desee mucho un millón de dólares: como no lo tengo no tiene sentido ni siquiera que me lo imagine. Para mí, ser rico pasa por tener otras cosas, como por ejemplo armaduras, espadas o ladrillos con escrituras cuneiformes. Y, por supuesto, una inmensa biblioteca bien aprovisionada.”



Laiseca relata uno de sus textos







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