17.5.10

Espectáculos

HACE 35 AÑOS MORÍA ANÍBAL TROILO

El 18 de mayo de 1975 falleció Aníbal Troilo, creador de una de las más famosas orquestas de tango de la Argentina. Trabajó con grandes cantores como Francisco Fiorentino, Roberto Goyeneche, Alberto Marino, Roberto Rufino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero y Tito Reyes. Como compositor junto a Homero Manzi, Cátulo Castillo y Enrique Cadícamo. Fue autor de temas antológicos como Sur, María, Responso, Garúa, Barrio de tango, Contrabajeando, Romance de barrio, Che Bandoneón, y La última curda. Lo recordamos con tramos de Pichuco Troilo. Intimidad de un bandoneón, nota de Germán Rozenmacher publicada en la revista Siete Días Ilustrados.






'''Dicen que estoy en decadencia, ¿Por qué tengo que morir? ¡Yo no quiero morirme, pibe! Este 11 de julio sólo cumplí 54 pepinos. Voy a bajar 20 kilos. Tengo que largar el whisky porque me embala y ya estoy empezando de nuevo. ¿Quieren una primicia? Aquí la tienen: formé un cuarteto. Escribo cosas nuevas'. Sus ojos eran apenas dos rayas en la cara del último gran mito popular de Buenos Aires.
Caso extraño el de Pichuco. Acaban de aparecer los tres discos de una historia que cubre sus registros entre 1929 y el presente, con algunos vacíos. Su caché de actuación en clubes y televisión sigue siendo el más alto del mercado artístico, incluso que el de Palito Ortega. La orquesta de Troilo casi duplica la cotización de otras orquestas: 300 mil pesos por función. Y sin embargo, ninguna figura popular está rodeada como él de más angustiosos presagios.
'Cuando el Gordo se muera el país entero irá al entierro. ¡Otra que Julio Sosa, otra que Evita, otra que Gardel! ¿Quién no lo quiere al Dogor?' Así pontificaba la semana pasada uno de sus muchos fanáticos en Patio de Tango, un templo canyengue de Buenos Aires. Y concluyó amargamente: 'Además, es lo último que nos queda'.
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—¿Yo, el bandoneón mayor de Buenos Aires? —Pichuco se queda pensando—. A veces —contesta, mientras Zita, su esposa desde hace 30 años, le pone pedacitos de queso en la boca.
'Métanle, piquen'. Zita (una argentina, maestra, de origen griego, llamada Dudu Carachi) ofrece ajíes en vinagre, salamín y vasos de vino Pinar del Río (195 pesos la botella) que circulan como el mate. Siempre hay uno a mano, invariablemente lleno y que pertenece al que lo agarre, en esa cocina de un departamento de Paraguay al 1500, que por siete millones de pesos adquirió Troilo hace dos años.
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—Otro ingrediente de su mito: a usted se lo confunde con Buenos Aires. ¿Usted qué opina de esta ciudad? ¿Qué tiene realmente que ver con ella?
—¿Con esta ciudad de hoy? No sé, no la entiendo. Mi Buenos Aires es aquel del año 25, cuando esto era un pueblo, cuando todos nos conocíamos, cuando en la Corrientes angosta la gente se saludaba de vereda a vereda. ¿Sabe la cantidad de cafés que había en el centro y en los barrios? Un contratista Giordano tenía 20 orquestas colocadas en Villa Crespo, Palermo y Almagro. Tocaban Juan Pacho Maglio y Eduardo Arolas. Ahora hay dos lugares, Patio de Tango y Caño 14, y no resisten el presupuesto de mi orquesta. Después de mi primera actuación en el café Ferrara, toqué en los cines, durante las películas mudas.
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Cuando Pichuco abandonó el colegio ingresó al conjunto de Eduardo Ferri, donde no solamente hacía tangos sino otros géneros. Todavía de pantalones cortos, formó su propio quinteto, que actuó durante un año en el cine Palace Medrano, en la avenida Rivadavia, entre Colombres y Boedo, hasta que el famoso Juan Pacho Maglio lo llamó a tocar al café Germinal, en plena calle Corrientes.
En 1930 conoció a Osvaldo Pugliese y actuó en su orquesta (que el pianista había formado con Elvino Vardaro) en el cine Metropol de la calle Lavalle, mientras la pantalla mostraba películas mudas. Su relación con Julio de Caro, con quien debutó en el cine Astor, fue clave, ya que por la década del 30 el estilo decariano trajo un soplo renovador. El tango-canción revolucionó a la música popular y los mayores éxitos de Pichuco, durante la década del 40, están emparentados con el espíritu de la música de Julio de Caro, compositor que le dio vuelo lírico a la música de la ciudad. Ya en 1931 Troilo había grabado sus primeros temas con la orquesta Los Provincianos, y en 1933 interviene en la película Los tres berretines, que contribuye a acelerar el boom del cine argentino. Cubren ese período sus actuaciones con Alfredo Gobbi y Elvino Vardaro y su trabajo junto a otro gran bandoneonista, Ciríaco Ortiz. Grabó con otros dos directores: Juan Carlos Cobián y Angel D'Agostino, pero el 19 de julio de 1937, en la boîte Marabú, pudo por fin aparecer al frente de su orquesta.
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—¡Uh!, yo era un cuete —recuerda Troilo—. Ahora no me gusta salir de casa y me paso el día en la cocina, charlando con mi mujer. Es, de hecho, mi manager.
Ese estar en la cocina lo ha trasformado en un gastrónomo inusitado y perfecto. El 'pollo a lo loco' y los fideos Don Vicente con atún y alcaparras son algunas de sus especialidades. 'Me gusta dejarme crecer la barba durante cinco o seis días. ¡Qué macana, afeitarse! Grabo cuatro programas para la televisión y gran parte del mes me quedo acá. Ahora no salgo casi de noche. De vez en cuando Zita me arrastra a uno de esos homenajes. Como con mis amigos, pero ahora de noche, no sé, tengo insomnio. Por eso me levanto tarde.'
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Pero también está el lado maldito, infernal, de la leyenda. 'Pichuco es el único ser al que puede hacérsele un homenaje en vida, ya que él se suicida de a poco de la manera que todos sabemos', razonó uno de sus numerosísimos amigos.
¿Qué hay de cierto en esas historias de autodestrucción? Hace un año Troilo se sometió a una larga cura de sueño y muchos lo recuerdan sin memoria, sin poder hilvanar conceptos. Sin embargo, SIETE DIAS mantuvo numerosas entrevistas con el maestro y no constató nada de eso. Por el contrario, encontró un Troilo invariablemente lúcido, que escuetamente reconoció: 'El whisky me embala y voy a dejarlo'.
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¿Y cómo es, entonces, el Troilo de hoy? Siempre está rodeado por un enjambre de gente, por 'una corte de vividores que se aprovechan de su bondad', protestan algunos allegados. Su representante artístico, Arturo Dellatore, ex locutor de varieté, ex luchador, sonríe: 'Sí, Troilo tiene muchos amigos. Claro que tiene su círculo de amigos íntimos.' Y enumera: Francisco Loiácono, Barquina; Francisco Fiore, Paco; el industrial Amore; el mitológico Julián Centeya y algunos pocos más.
'¿Troilo y la política?', se pregunta su amigo Paco. 'El no entiende nada de política. Una noche, después de la Revolución del 55, entramos en un restaurante y todos empezaron a gritar «que se vaya». Fue terrible. ¿Qué tuvo de malo que en 1953 le dieran la dirección del teatro Santos Discépolo? De Pichuco se enamoran todos los presidentes, pero éstos pasan y el Dogor queda. Hasta diría que más que peronista es todo lo contrario. Pero él no se mete en eso. A él lo único que le importa es la música'.
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El talentoso Julián Plaza, quien arregló cerca de 30 piezas para el maestro, demuestra que no es ya Troilo sino el tango mismo lo que se cuestiona: 'Es cierto que el tango está en baja. Pero eso pasa siempre. Al Gordo lo queremos locamente porque es lo mejor que nos queda. El más grande de los tangueros. Yo sé que tendría que grabar mucho más. Pero tampoco se trata de exigirle sin medida'. ¿Hasta qué punto es sólo una crisis, hasta qué punto no es una agonía? Es la pregunta que sus admiradores se formulan secretamente. Porque Astor Piazzolla es, para los tangueros, una experiencia interesante, pero sólo en Troilo se da la extrañísima conjunción de un talento que produce música de gran repercusión popular. Los adversarios del tango afirman que esa música pertenece a otra época, que es una gran mentira, una convención. Sin embargo, hasta hoy es la única música que expresó en su cadencia el lenguaje, el ritmo, la respiración de Buenos Aires. Aunque el tango sea un malentendido, sirve para que los porteños de diversos orígenes nacionales, generaciones y clases logren sentirse, a veces, una comunidad.
Pero, ¿qué pasará después de Troilo? ¿Cuál será la música que represente a este Buenos Aires de hoy, que Pichuco confiesa no sentir plenamente suyo? El destino de Troilo es dramático: 'Es el epicentro del tango', observa Osvaldo Pugliese.
'Hice grandes cosas con Grela —dice Troilo— pero eso ya pasó. Ahora me largo con el cuarteto, a ver qué pasa'.
Lo malo que pasa con Pichuco es que ya pertenece a la Historia del Tango, a la Mitología de Buenos Aires. Pero tiene sólo 54 años y, a pesar de quienes angustiosamente lo muestran como vencido, quiere seguir peleando. Y todos asisten, desgarrados, a su jadeo."


Aníbal Troilo y su Orquesta interpretan Quejas de bandoneón de Juan de Dios Filiberto



Aníbal Troilo y Astor Piazzolla tocan Volver, de Carlos Gardel y Alfredo Lepera



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