17.7.09

A 15 AÑOS DEL ATENTADO A LA AMIA

“18 de julio de 1994, minutos antes de las 10.00 horas, una tremenda explosión demolió la sede central de la comunidad judía argentina, devastando el barrio porteño del Once. La Asociación Mutual Israelita Argentina y la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) se derrumbaron, atrapando a gran cantidad de víctimas. La barbarie truncó la vida de jovencitos que buscaban trabajo, empleados, obreros, estudiantes, transeúntes, vecinos. El terror otra vez” - Nueva Sión, nº 783-



Carta Abierta al Señor Presidente de la República Argentina Carlos Saúl Menem


Señor Presidente: tenemos aún muchos muertos sin enterrar. Mucho dolor sin asimilar. Mucho duelo por hacer.
Mientras continúa la remoción de escombros y la búsqueda de sobrevivientes, mientras las lágrimas inundan nuestros ojos, escuchamos expresiones suyas que no hacen más que aumentar nuestra angustia.
Señor Presidente: usted es mandatario de todos los argentinos. No nos haga sentir extranjeros en nuestro propio país a quienes, como usted, descendemos de los barcos; muchos de nosotros con ancestros aún más lejanos que los suyos yaciendo en nuestras tierras.
Señor Presidente: usted es el responsable máximo por la seguridad de todos los argentinos. Por favor, no siga trasladando esa responsabilidad a las víctimas; es como un escupitajo sobre las ruinas. No siga invocando a la «Mossad»; es patético. No siga hablando de «periodistas terroristas» para descalificar información: es alarmante.
Señor Presidente: Por favor, tenga a bien no utilizar esta tragedia para fines subalternos. La pena de muerte de usted postula ante cada conmoción pública, además de instalar otro disvalor en la sociedad, jamás se aplicaría sobre los nazis, fundamentalistas y fanáticos de extrema derecha que tan reposadamente, que tan sospechosamente, se instalaron o visitaron nuestra mancillada República Argentina.
La resistida Secretaría de Seguridad Interior que acaba de imponer por decreto, sólo nos habla de una mayor concentración de poder. Y usted sabe, Señor Presidente, que el poder absoluto corrompe absolutamente.
Señor Presidente: si realmente desea, como suponemos, el esclarecimiento del atentado, por favor no ponga la investigación en manos de admiradores de Hitler como el ex agente de inteligencia del ejército Alejandro Sucksdorf, que junto a bibliografía nazi guardaba en su isla del Tigre un arsenal capaz de volar un edificio, o como su camarada Marcelo Schettino, custodio y chofer del Jefe de la Casa Militar. O como el agente nazi Horacio Carrondi, implicado en la profanación del cementerio judío de Berazategui en 1991. A propósito, Señor Presidente: ¿También es competencia del Mossad aclarar debidamente aquella destrucción de las 111 tumbas judías en la Provincia de Buenos Aires?
Señor Presidente: la desinformación que emana de algunos cenáculos oficiales no le hace ningún favor. Así como cuando voló la Embajada de Israel ciertos «expertos» difundieron que había estallado un polvorín propio de la sede diplomática, una agencia oficial de noticias propagó ahora que la AMIA voló por un artefacto nuclear. Sería importante que usted cortara de raíz estas maniobras que, damos por descontado, ha de repudiar.
Señor Presidente: Estas líneas se escriben, dramáticamente, el “Día del Amigo”. Sabemos que usted hace culto de la amistad. Pero hoy, más que nunca, es menester que al frente de las desfallecientes tareas públicas se ubiquen profesionales idóneos, y alguna vez, caiga quien caiga, se haga justicia. Es que, Señor Presidente, la onda expansiva de la bomba fue más allá de la sede de la calle Pasteur. Y aún no ha cesado. Deténtala por favor, Señor Presidente.
Atentamente.
el director Horacio Lutzky

Texto y carta abierta publicadas por la revista Nueva Sión, nº 783 del 22 de julio de 1994

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