15.7.09

A 15 AÑOS DE LA MUERTE DE BORIS SPIVACOW

El 17 de julio de 1994 murió en Buenos Aires Boris Spivacow, primer director de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) y fundador del Centro Editor de América Latina (CEAL). Convocado por Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dirigió la editorial desde 1958 hasta 1966, cuando renunció después de la “noche de los bastones largos”, a comienzos de la dictadura de Juan Carlos Onganía.

-¿Podría resumir la labor de EUDEBA hasta entonces?
-Ante todo, EUDEBA dio un enorme empuje a la publicación de libros universitarios. La mayor parte de las careras, salvo las muy comerciales, adolecía de una falta enorme de bibliografía. EUDEBA le dio a eso un impulso enorme y, en poco tiempo, llegó a ser la editorial de carácter científico más importante en lengua española. Por otra parte, EUDEBA no se limitó a realizar una muy intensa producción de libros científicos sino que, además, los difundió. Y eso es fundamental. Siempre dije que un libro que está en un estante y no llega a su lector potencial no es un libro. Es decir, una vez editado el libro, la cuestión pasa por crear los estímulos apropiados para que el público tienda a comprarlo. Es nuestra concepción: no considerar el libro un artículo suntuario o para exquisitos de una reducida élite sino como un instrumento de trabajo y de formación cultural para un grupo importante de gente”.
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-¿Qué problema enfrentó el Centro durantes las dictaduras?
-En primer lugar, como le decía antes, el hecho de estar a contrapelo de un país y de una Universidad intervenidos. Tratamos de interesar al país y en muchísimos casos lo conseguimos; tuvimos, a veces, éxitos grandes en temas que consideramos importantes para el desarrollo de su cultura y su conocimiento. Pero, desgraciadamente, eso ni les interesaba a los gobiernos ni le interesaba a la Universidad, por el contrario, sufrimos toda clase de ataques y atentados: bombas, persecuciones, amenazas e incluso un señor juez federal de La Plata ordenó la destrucción de cientos de miles de ejemplares de libros y fascículos del Centro por considerarlos ‘subversivos’; los que fueron quemados por la policía en 1980. Inmovilizaron uno de nuestros depósitos y los libros que allí estaban –más de un millón y medio- terminaron por ir a remate como papel viejo, a raíz de nuestras dificultades económicas. Con el advenimiento de la democracia nuestro trabajo se hizo naturalmente más fácil, pero la dramática situación económica por la que atraviesa el país hace que siga siendo muy difícil, para el Centro Editor, sobrevivir”.


Fragmento de Boris Spivacow, de la Universidad al Centro, nota de Guillermo Saavedra publicada en el diario Clarín el 5 de abril de 1987.

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