30.5.12

Medios de comunicación

EL PERIODISMO ARGENTINO EN 1987
¿Cómo eran los medios de comunicación hace 25 años? ¿Cúanto vendían los principales diarios porteños? ¿Cuál era la radio líder? ¿Qué canal era el más visto? Crónica de un mundo sin TV por cable ni Internet, en fragmentos de Viaje sentimental entre el amarillismo y la mano negra, nota de Pablo Sirven en Página/12 del 30 de mayo de 1987.




   “En la Argentina de Perón -con algo más de 17 millones de habitantes-, El Tony vendía sin esfuerzos 300 mil ejemplares. Hoy la revista que más vende es Selecciones del Readers' Digest: sus 165 mil ejemplares parecen escuálidos para un país que casi duplicó su población de entonces.
   El constante recorte del poder adquisitivo que sufren los trabajadores los somete al penoso ejercicio cotidiano de ampliar la lista de privaciones para que el presupuesto no se rompa del todo. Obviamente, entre las primeras víctimas en caer están los diarios y las revistas.
   La inflación también ha golpeado duramente ai periodismo: con el valor nominal del medio austral con que hoy compramos un diario, en 1974 podríamos haber adquirido las tiradas completas de Clarín durante cuatro días (teniendo en cuenta que en la actualidad vende un promedio diario de 600 mil ejemplares).
   No puede extrañar, entonces, que en el transcurso de las dos últimas décadas las ventas se hayan resentido seriamente. En los albores del 900 las familias de clase media solían comprar dos matutinos y también dos verpertinos (hoy domina la tarde un solo título: Crónica). Entre 1917 y 1941 los diarios mantuvieron un mismo precio: diez centavos. Hasta 1975 los aumentos fueron razonables y espaciados. Desde entonces sobrevino un caos tarifario que sólo el Plan Austral logró morigerar tibiamente.
   Con todo, no estamos en lo más profundo del pozo: se tocó fondo a mediados del Proceso cuando, en 1979, circularon apenas 86 millones de revistas, bastante menos que las 180 millones que el año pasado dieron vuelta por los quioscos de todo el país. Lideran actualmente este mercado, aparte de la mencionada Selecciones, dos revistas de la editorial Atlántida: El Gráfico con 157 mil ejemplares y Gente (131 mil), le sigue toda una revelación, Muy Interesante -título originariamente español cuya licencia aquí explota Manuel García Ferré el creador de Anteojito, y que despierta el interés de 113 mil lectores-, en tanto Editorial Perfil consigue su éxito más notorio con Semanario (112 mil ejemplares).
(…)
   Un tercer factor hostiga a las publicaciones periódicas: los diarios modernizan sus diseños e incluyen cada vez más notas de color, recortando seriamente el campo de acción de las revistas, algunas de las cuales experimentan crisis de identidad como La Semana (que con el suplemento El Observador pretende ser revista de actualidad y newsmagazine al mismo tiempo) o, más dramáticamente, Siete Días.
(...)
   Factores económicos -inflación, devaluación del peso y de los salarios, la elevación de los costos y la depresión publicitaria- sumados a negativos ingredientes políticos -gobiernos militares, censura, persecución, autocensura, ciertos brotes autoritarios en plena democracia- ocasionaron un colosal deterioro al periodismo nacional: los despachos de las agencias de noticias ganaron espacio en los diarios despersonalizándonos, unificando sus fuentes y recortando las posibilidades laborales. Las adversas condiciones políticas alejaron plumas brillantes tragadas por la larga noche de terror castrense -el gremio de prensa tiene 90 desaparecidos-, el exilio, la literatura u otros oficios más prosaicos. Las nuevas promociones -reclutadas masivamente por las editoriales por ser mano de obra barata- no pudieron mantener tan en alto a la gramática, y el lenguaje periodístico se endureció. Las reducciones de personal incidieron gravemente en la calidad de los contenidos. Los periodistas debieron multiplicarse para cubrir la información que en tiempos mejores recogía un número mayor de profesionales. Su calidad y precisión no pudo menos que resentirse. Las columnas de opinión, mucho más económicas, ganaron excesivo espacio en la prensa seria, en tanto la 'prensa del corazón' abarataron sus costos convirtiéndose en vulgares pasquines de pocas páginas, con escasa producción y 'refritos' en cantidad.
   La oferta periodística resulta demasiado generosa para las escasas posibilidades económicas del público y de los anunciantes. Unas quinientas revistas, catorce emisoras radiales -incluyendo a la uruguaya Colonia, pero de capitales argentinos y muy escuchada por aquí- cinco canales de TV -teniendo en cuenta también al 2 de La Plata- y nueve diarios compiten sus fórmulas en la ciudad de Buenos Aires. Las porciones de tortas no son iguales para todos: el éter es dominado ampliamente por Rivadavia desde hace años, con un bombardeo permanente de flashes informativos y deportivos y locutores vibrantes. Mitre, El Mundo, Continental y Del Plata hacen un buen papel, mientras las demás languidecen. Las radios estatales -Nacional, Municipal, Belgrano y Excelsior- sobreviven a duras penas, con presupuestos mínimos y equipos obsoletos. Las demás no existen, aunque algunas FM se perfilan como buenos negocios. El medio radial no exhibe gran creatividad, los programas exitosos tienden a ser largos y a perpepetuarse a través de los años. Es absolutamente verborrágico y sus propuestas musicales son convencionales. Periodísticamente aventaja por varios cuerpos a la TV.
   La televisión está polarizada por dos monopolios: el privado y el estatal. Alejandro Romay se lleva con el 9 la tajada más grande: tórridos y mediocres teleteatros locales y latinoamericanos, una gran oferta de películas y telefilms, el amarillismo morboso de 'Nuevediario' y los programas con premio le bastan para mantenerse al tope del rating. Los estatales observan matices: el 11 imita sin disimulos al 9, el 13 apunta un poco más alto pero no mucho, en tanto ATC marcha detrás de los demás, fluctuando entre lo comercial y lo cultural sin demasiada repercusión (salvo el telefónico 'Hola Susana...'). Todos los canales estatales tienen un denominador común: la información está férreamente controlada por los operadores del oficialismo y excepto el inefable Tiempo Nuevo (Neustadt/Grondona), no hay programa que exprese disidencias con el poder.
   En cuanto a los diarios, Clarín es el líder absoluto, sin necesidad de atraer lectores con concursos como su inmediato competidor, La Nación (240 mil ejemplares, menos de la mitad de lo que vende Clarín). Aparte de su principal atractivo -los clasificados-, el diario de la señora de Noble ostenta una gran diversidad informativa pero incluye (a veces) comentarios e interpretaciones que irritan al poder. La Nación, en cambio, es más cauta, elegante y mesurada en sus opiniones. En los últimos años remozó su fachada aunque no tanto sus ideas; se preocupa por el campo y por la moda, por el auge de la pornografía y por los excesos del régimen soviético. (…) La Prensa despotrica contra Alfonsín, enaltece a los militares y permite que Hugo Ezequiel Lezama -director de Convicción, el desaparecido diario de la Armada- realice en sus páginas una encendida defensa de la tortura aplicada por los uniformados. (…)
   La provisión de papel para diarios es un punto conflictivo que divide a la familia periodística. En Papel Prensa confluyen varios intereses: son sus accionistas el Estado, Clarín, La Nación y la agonizante La Razón (lo que pasará con su parte es una historia que todavía está por contarse). Estas empresas absorben casi toda su producción y así tienen papel en cantidad, calidad y más barato. Las demás deben abastecerse en Papel del Tucumán a precios mucho más altos que ahogan, especialmente, a los diarios del interior. Aunque el gobierno radical bajó los aranceles de importación, traer bobinas del exterior sigue siendo prohibitivo.
   Si bien es cierto que los hechos suceden de una sola manera, no lo es menos que no hay una sola forma de ver las cosas. Los medios no son neutros: influyen y son influidos cada día, cada minuto. Los grupos de poder, los políticos, las instituciones, los líderes de opinión y los medios de comunicación entremezclan sus actividades, temores, expectativas, intereses y rumores impregnándose mutuamente para dar a luz algo que paradójicamente lleva el nombre de 'realidad'”.






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