A 52 AÑOS DEL PRIMER VUELO DEL HOMBRE AL ESPACIO
El 12 de abril de 1961 el aviador ruso Yuri Alekséyevich Gagarin se convirtió en el primer astronauta de la Historia (leer sobre la primera astronauta) . Ese día con la nave Vostok-1 orbitó la Tierra durante 108 minutos, siendo el primer ser humano en salir al espacio. En su homenaje, la Federación Aeronáutica Internacional instauró el 12 de abril como Día Mundial de la aviación y la astronáutica. Su vida, en tramos de Gagarin en la memoria del Cosmos, nota de Nora Lía Jabif en la revista El Periodista, nº84 del 24 de abril de 1986.
“En el año 1957, cuando la Unión Soviética ponía en órbita el primer satélite artificial de la Tierra (Sputnik), las aventuras de Julio Verne que tanto le deleitaban en la infancia ya no eran una utopía para Yuri Gagarin, quien por aquel entonces finalizaba sus estudios de aviación e ingresaba a la fuerza aérea de la URSS. Lo que aún no sospechaba era que él, precisamente, sería con el tiempo el principal responsable de restañar las sucesivas heridas narcisistas que habían conmocionado a la humanidad, desde la Revolución Copernicana, Freud y Darwin incluido. En aquel entonces no podía profetizarlo, pero con el tiempo se dio el lujo de escribir en Pravda, el 9 de julio de 1961: 'Sus extensiones (las del Cosmos) son infinitas. El hombre permaneció al borde del mismo durante siglos enteros sin poder elevarse siquiera a una altura de pocos metros. Estaba clavado a la Tierra como Prometeo a la roca. Y le era casi imposible romper esas cadenas...'
Por 1959 los aviadores soviéticos no se conformaban con rozar el cielo. Eran muchos los que estaban inmersos en la seducción de atravesarlo, y Gagarin era uno de ellos. El 12 de septiembre de 1957, mientras la URSS lanzaba la estación automática Luna-2 al Mar de la Serenidad (incluyendo un banderín con el escudo soviético), en las unidades de la Aeronáutica se generaban expectativas alrededor de un llamado de alistamiento para cosmonautas. A partir de ese instante comenzó una historia que alcanzaría su pico de tensón el 12 de abril de 1961, a las 6 de la mañana, cuando la voz emocionada de Gagarin pronunciaba: 'Partimos' y él se convertía en el primer hombre que abandonaba la Tierra, con rumbo al espacio cósmico, a bordo de la nave espacial Vostok-1.
(…)
En el Cosmos
De la fuerza de choque de diez integrantes que había permanecido en el ejercicio fueron al final seleccionados Yuri Gagarin y Guerman Titov. Hasta último momento se mantenía la expectativa sobre quien sería el pionero en la incursión extraterrestre. Luego supieron que Titov sería suplente. Gagarin había sido elegido para comandar la Vostok-1. El 11 de abril ambos se recluyeron para incorporarse a las prácticas exigidas , que abarcaban el acostumbramiento a la que sería su comida -zumos y pasta de hígado- o la memorización de las operaciones que deberían realizar durante el vuelo. A las nueve horas siete minutos se pusieron en marcha los propulsores del cohete, y enseguida empezaron a crecer las sobrecargas. El viajero informaba: 'Enseguida empezaron a crecer las sobrecargas. Me sentí literalmente incrustado en el asiento. En cuanto Vostok traspasó las capas densas de la atmósfera, ví la Tierra. La nave voló sobre un ancho río siberiano. Divisé claramente los islotes en su cauce y las orillas pobladas de bosques, iluminados por el sol...'
El desafío fundamental que debe vencer el hombre en el espacio es la falta de gravedad. El memorioso Gagarin señalaba que 'la ingravidez, a la que me adapté enseguida, me jugó una broma pesada. Después de hacer una anotación en el diario de a bordo, solté el lápiz, que empezó a flotar libremente por la cabina, junto con la carpeta. Pero, inesperadamente se desató el nudo del cordón con el que estaba atado el lápiz, y éste desapareció debajo del asiento. A partir de ese momento no lo volví a ver.
A las 10.25 automáticamente me pusieron en funcionamiento los retropropulsores de frenado... A las 10.55, exactamente 108 minutos después del lanzamiento, Vostok aterrizó suavemente en el campo del koljós Leninski put'.
El anecdotario de Gagarin, que es interminable, da para más de un film de Spielberg, para más de una densa historia de Tarkovski. Aun cuando la ficción puede ser un buen reflejo de la realidad, ésta sigue superándola. Y sería casi una misión imposible trasladar al campo de la interpretación actoral el rostro desencajado de una campesina soviética que miraba azorada, asiento de su mano a una niña, a aquel extraño ser que se le aproximaba, encajado en un sofisticado traje color naranja. Casi, casi, un 'encuentro cercano del tercer tipo'. El extraño ser era Gagarin. La aldeana se llamaba Anna Tajtarova, y la niña era su nieta Rita. El hombre se emocionó. Era el reencuentro con sus pares.”
Video sobre su vida y hazaña
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