24.7.09

Periodismo

HACE 35 AÑOS MORÍA JULIÁN CENTEYA
En la madrugada del viernes 26 de julio de 1974 murió “el hombre gris de Buenos Aires”, Julián Centeya, el periodista que trabajó en los diarios Crítica, Noticias Gráficas, El Mundo y Democracia, las revistas Radiolandia y Antena, y los periódicos Sábado y Prohibido, entre muchos medios. También incursionó en varias radios porteñas, particularmente en Radio Colonia (con su programa: “En una esquina cualquiera”) y en Radio Argentina (“Desde una esquina sin tiempo”).

-Este bar es el único que le queda a Buenos Aires… Aunque ya lo corrompieron: le pusieron mesas de fórmica.
Julián Centeya estaba junto a una de las grandes ventanas del bar Ramos, en Corrientes y Montevideo. Y salpicaba su ácida filosofía:

-¡Qué esquina bárbara ésta!... Pero la contra que tiene es que todo el mundo sabe que es Buenos Aires. Pero si vos pudieras engrupir a los tilingos de que esto es París, la ‘rue’ no sé cuanto, y en lugar de este mozo gallego hubiera un tipo descalzo, barbudo y con un gorro de pompón rojo, vendrían corriendo a hacer un ‘happening’!...
Él, por supuesto, tenía su pañuelo al cuello y el sombrero ladeado sobre la frente:
-Nunca supe vestirme de otra manera. Lo del pañuelo debe ser porque ha sido mi primer pañal. Y como me considero porteño, no entiendo el sinsombrerismo, que lo inventó el vizconde de Lascano Otegui, y lo practicó, trayéndolo de Francia, Marcelo T. de Alvear… Para mí, todos los tiempos son de lengue
Julián dijo ‘me considero porteño’. Claro, porque como buen porteño, es italiano:
-Nací en el pueblo que tiene los mejores hongos del mundo: Fornovo di Taro, provincia de Parma, la última ciudad que se rindió al fascismo. Allí nacieron Toscanini y Verdi, casi nada… Mi viejo, que se llamaba Carlos, era periodista. Trabajaba en el diario ‘Avanti’, y el jefe de redacción era Benito Mussolini. Y la amante de Mussolini era una rusa que se llamaba Angélica Balabanoff… Mi viejo, al final, tuvo que venirse como refugiado político, con mi vieja, yo y mis dos hermanas…
Aquí se hizo carpintero y nos fuimos a vivir a San Francisco, en Córdoba… Llegamos en el 22, y yo ya tenía 12 años, porque soy del 10
Italiano, sí: en la cédula figura como Amleto Vergiati. Tuvo y usó varios seudónimos: Enrique Alvarado, Shakespeare García, Juan de la Luna, Juan Sin Luna, Pero en definitiva es Julián Centeya:

-Así como hay gente que inventa cosas y sistemas, como esto del show que es un bacilo que trajo la enfermedad del televisor a domicilio, yo me inventé a Julián Centeya que –cierto es- desplazó como periodista, autor de letras de tango, conferencista y sujeto que cultiva el disconformista, a Amleto Vergiati, ex estudiante secundario, ex taquígrafo y ex obrero de los más variados e increíbles oficios. Uno de ellos, es el de no hacer nada.”

Extraído de un reportaje a Julián Centeya (Amleto Enrico Vergiati) publicado en la revista Extra en febrero de 1967
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