8.9.08

RICARDO BALBÍN: CAUDILLO DE BOINA BLANCA

Política Nacional
En la mañana del miércoles 9 de septiembre de 1981 falleció Ricardo Balbín a los 77 años en una clínica de la ciudad de La Plata. Hijo de inmigrantes españoles, el abogado Balbín fue líder de la Unión Cívica Radical (UCR) a lo largo de tres décadas y uno de los mayores adversarios del general Juan Perón. Integrante de una nueva generación de políticos radicales, el Movimiento de Intransigencia y Renovación, fue diputado nacional entre 1946 y 1949, hasta que fue desaforado por la cámara. Y encarcelado el año siguiente hasta enero de 1951, cuando fue indultado por Perón.


Candidato a presidente en 1951 junto a Arturo Frondizi, tras la fractura radical volvió a intentarlo en 1958 por la Unión Cívica Radical del Pueblo. Nuevamente candidato en 1973 tras vencer en la interna partidaria al entonces joven Raúl Alfonsín, en los comicios de septiembre llevó como compañero de fórmula a Fernando de la Rúa. Impulsor de la Hora del Pueblo y la Multipartidaria, acuerdo con otros sectores políticos para volver a la democracia tras sendas dictaduras, a partir de la década de 1970 propulsó una reconciliación con Perón y su movimiento.


El adiós a un viejo adversario

“Llego a este importante y trascendente lugar trayendo la palabra de la Unión Cívica Radical y la representación de los partidos políticos que, en estos tiempos, conjugaron un importante esfuerzo al servicio de la unidad nacional: el esfuerzo de recuperar las instituciones argentinas y que, en estos últimos días, definieron con fuerza y con vigor su decisión de mantener el sistema institucional de los argentinos. En nombre de todo ello vengo a despedir los restos del señor Presidente de la República de los argentinos, que también con su presencia puso el sello a esta ambición nacional del encuentro definitivo, en una conciencia nueva, que nos pusiera a todos en la tarea desinteresada de servir la causa común de los argentinos.

No sería leal si no dijera también que vengo en nombre de mis viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final, y por haber sido leal en la causa de la vieja lucha fue recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto.

Ahí nace una relación nueva, inesperada, pero para mí fundamental, porque fue posible ahí comprender, él su lucha, nosotros nuestra lucha, y a través del tiempo y las distancias andadas conjugar los verbos comunes de la comprensión de los argentinos; pero guardé yo, en lo íntimo de mi ser, un secreto que tengo la obligación de exhibirlo frente al muerto.

Ese diálogo amable que me honró, me permitió saber que él sabía que venía a morir a la Argentina, y antes de hacerlo me dijo: ‘Quiero dejar por sobre todo el pasado este nuevo símbolo integral de decir definitivamente, para los tiempos que vienen, que quedaron atrás las divergencias para comprender el mensaje nuevo de la paz de los argentinos, del encuentro de las realizaciones, de la convivencia en la discrepancia útil, pero todos enarbolando con fuerza y con vigor el sentido profundo de una Argentina postergada’.

Por sobre los matices distintos de las comprensiones tenemos todos, hoy, aquí, en este recinto que tiene el acento profundo de los grandes compromisos, que decirle al país que sufre, al pueblo que ha llenado las calles de esta ciudad sin distinción de banderías, cada uno saludando al muerto de acuerdo a sus íntimos convencimientos, los que lo siguieron siempre con dolor, los que lo habían combatido con comprensión, pero todo el país recogiendo su último mensaje: ‘He venido a morir en la Argentina, pero a dejar para los tiempos el signo de la paz para los argentinos’.

Frente a los grandes muertos…, frente a los grandes muertos tenemos que olvidar todo lo que fue el error, todo cuanto en otras épocas pudo ponernos en las divergencias y en las distancias; pero cuando están los argentinos frente a un muerto ilustre tiene que estar alejada la hipocresía y la especulación para decir en profundidad lo que sentimos y lo que queremos. Los grandes muertos dejan siempre el mensaje.


Sabrán disculparme que en esta instancia de la historia de los argentinos, precisamente en estos días de julio, hace cuarenta y un años el país enterraba a otro gran presidente: el doctor Hipólito Yrigoyen.

Lo acompañó su pueblo con fuerza y con vigor, pero las importantes divergencias de entonces colocaron al país en largas y tremendas discrepancias, y como un símbolo de la historia, como un ejemplo de los tiempos, como una lección para el futuro, a los cuarenta y un años el país entierra a otro gran Presidente. Pero la fuerza de la República, la comprensión del país, pone una escena distinta, todos sumados acompañándolo y todos sumados en el esfuerzo común de salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos.

Este viejo adversario despide a un amigo, y ahora, frente a los compromisos que tienen que contraerse para el futuro, porque quería al futuro, porque vino a morir para el futuro, yo le digo, Señora Presidente de la República: los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto para servir a la permanencia de las instituciones argentinas, que usted simboliza en esta hora.”

Discurso pronunciado por Ricardo Balbín en el Congreso en ocasión de los funerales del presidente Juan Perón.



"BALBÍN HABLANDO DE SU VIDA Y DEL PAÍS”


- “Le propongo una cosa, doctor Balbín. Una especie de juego. A usted le cuesta mucho hablar de otros temas fuera de la política. Yo le voy a ir dando una serie de nombres y usted me va a decir qué le sugieren. ¿Acepta?

- ¿Es un test? (risas)

- Algo por el estilo. Por ejemplo, la palabra Jorge Luis Borges

- Un escritor, muchas de cuyas ideas políticas no comparto. Yo necesito simpatizar con el autor de un libro. Cuando yo tomo un libro, y conozco al autor, y sé que va a satisfacer a mi espíritu, lo leo con agrado.

- Vietnam del Sur

- Un error de antes, de ahora, y de mañana

- Ástor Piazzolla

- Un innovador. Yo lo estimo mucho a Piazzolla, como estimo a toda la gente que modifica y revoluciona. Tal vez dentro de algunos años Piazzolla me gusta más todavía. Pero por ahora, si tuviera que elegir, me quedo con el viejo modo del tango. A lo mejor es una razón de edad…

- River-Boca

- Soy de Gimnasia y Esgrima de La Plata. De vez en cuando le ganamos a los dos. A River le dejamos que se llevara el otro día un punto de acá. Nosotros, los de Gimnasia, merecimos ganar. Pero reflexionamos: es el invicto, mejor que se lleve ese punto. A Boca también le dimos muchos disgustos acá en La Plata. Con respecto al clásico de que usted de habla, le digo que hay que tener comprender que Boca tiene un sentido nacional. Con Boca está todo el país. Es una realidad. (…)

- Periodismo

- La necesidad de decir con verdad las cosas que ocurren, y a la necesidad de no modificar el pensamiento de los entrevistados. Algún periodista dijo con ligereza que yo tengo alergia al periodismo. No es así. Tal vez sea uno de los hombres que más estima al periodista. Por eso no lo adulo. Una vez vino acá un periodista joven que me planteó la necesidad de que yo accediera a un reportaje para una revista que no le voy a nombrar, pero que yo no le tenía simpatía. Le dije que no. Fue entonces al Comité Nacional, en el viejo tiempo de la calle Alsina, y me hizo saber que esa nota a él le significaría una cosa importante en la revista. En razón de eso accedí. Tenía que seguirme 24 horas. Vino acá, yo le abrí mi casa, le mostré mi familia, entraba y salía gente, y él veía todo lo que pasaba. Me siguió después a la Capital. Días después apareció la nota. Era lamentable. Casi ofensiva. No tenía nada que ver con lo que había escuchado. Entonces yo pensé: habrá ganado el ascenso en la revista, pero mi concepto sobre él ha quedado deteriorado para toda la vida”.

Fragmentos de una entrevista de Renee Sallas, publicada en el número 509 de la revista Gente, del 24 de abril de 1975.






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