3.9.12

Política Internacional

A 40 AÑOS DE LA MASACRE DE MUNICH
El 5 de septiembre de 1972 un comando palestino secuestró a un grupo de atletas israelíes que competían en los Juegos Olímpicos de Munich, Alemania Occidental. El objetivo era canjearlos por prisioneros palestinos en Israel. Pero falló el operativo de rescate de las fuerzas de seguridad alemanas y murieron once atletas israelíes, cinco de los ocho terroristas y un policía alemán. El caso, según La guerrilla palestina, nota de la revista Primera Plana, nº502 del 12 de septiembre de 1972.



“Eran las 11 de la noche del martes 5 en el aeropuerto de Fuerstenfeldbruck. En la pista, iluminados por potentes reflectores, dos aviones, uno de Lufthansa y el otro de una línea comercial irania, acompañaban a tres helicópteros, que sólo cinco minutos antes se habían posado en el cemento. Del aparato alemán bajaron dos hombres portando metralletas. Pertenecían a la organización palestina Setiembre Negro, y acababan de revisarlo, pues era el que los llevaría a alguna capital árabe. De pronto se apagaron las luces, una horrenda sombra cayó sobre máquinas y humanos. Hubo unos segundos de silencio, después, cientos de pequeñas luces cortaron la penumbra: las ametralladoras gritaron su furia homicida. Duró varios minutos, hasta que un estruendo ensordecedor, seguido por una enorme llamarada, marcó el principio del fin: una granada voló el helicóptero donde se amontonaban nueve rehenes y un piloto. Poco a poco cesaron los disparos. La resistencia de los milicianos había llegado a su fin. Se prendieron las luces. La función concluía. Los quince muertos desparramados en la pista eran un macabro testimonio del engaño y la imprudencia del Gobierno de Bonn.
Todo había comenzado la misma madrugada del martes, cuando a las 4.30, un grupo de milicianos palestinos entraron en la Villa Olímpica vestidos de atletas. Por la fuerza, penetraron en la finca en que convivían parte de la delegación judía con uruguayos. Allí tomaron a los nueve rehenes: los ofrecieron canjear a las autoridades israelíes por más de 200 prisioneros palestinos. Dieron plazo hasta las 15.30. Pero las tratativas lo prolongaron hasta las 22.10, en que los secuestradores y sus garantías, con los ojos vendados, salieron de la villa en un ómnibus rumbo a los helicópteros que los llevarían a la base, que sirve como aeródromo militar a la NATO. Subieron todos a un aparato, mientras otros dos Ies servían de escolta.
Cuando llegaron a la base, no sabían que el Gobierno alemán y los dirigentes de Baviera, en complicidad con las autoridades del Comité Olímpico Internacional, habían dispuesto un ataque. Manfred Schreijber, el jefe de la policía de Munich, sería el frío ejecutor del mismo. Sus tropas comenzaron el tiroteo.
Bonn, aduciendo que los guerrilleros 'pensaban' de todas maneras matar a los rehenes, dijo que el ataque era necesario. Olvidaba que, en casi todos los países del mundo, las organizaciones de resistencia no eliminan a sus secuestrados sin antes agotar las tratativas. y sólo llegan a hacerlo si son atacadas por las fuerzas oficiales. Y esa era la interpretación del hombre de la calle en Munich: 'No apruebo la matanza, pero si los guerrilleros fueron engañados por las autoridades alemanas esto era de esperar',
Una hora después del hecho, otro elemento de confusión se agregaba a los ya existentes: Conrad Ahlers, vocero del gobierno, afirmaba que los rehenes habían salido sanos y salvos del ataque. ¿Pudo estar mal informado de lo acontecido? Es difícil; es seguro que las razones quedarán en los anales de lo incomprensible.
Pero ¿qué persigue esta organización que tan hondamente sacudió a la opinión pública mundial? Setiembre Negro es un desmembramiento de Al Fatah. En su comienzo, juzgaron que la organización dirigida por Arafat no era lo suficientemente revolucionaria y se juramentaron para destruir, aun a costa de sus vidas, los intereses sionistas internacionales, donde éstos se encontraren. Su bautismo de fuego fue la muerte del Primer Ministro jordano, Wasfi Tell, en noviembre, en el hotel Sheraton, de El Cairo. Poco después, en febrero, atacaban la fábrica 'Strener' de Hamburgo, que suministraba equipos electrónicos al ejército judío. Su último logro de resonancia fue el sabotaje del oleoducto transalpino en Alemania Federal.
Es sólo uno de los cinco grandes grupos de resistencia en que se hallan nucleados los rebeldes palestinos. El más fuerte, Al Fatah, dirigido por Yasser Arafat, que es al mismo tiempo Jefe de la Organización de Liberación de Palestina, es seguido, con una posición más agresiva, por el Frente Popular de Liberación de Palestina, liderado por Georges Habache. El secuestro de aviones o la matanza en el aeropuerto de Lod son algunos de los hechos más resonantes de esta última agrupación. Estas, como otras organizaciones, cumplen cada una, a su manera, el papel que se han asignado en la lucha.
Los métodos que utilizan dependen de un sinnúmero de circunstancias: los países que los cobijan, aquellos que los proveen de armamentos. Pero el objetivo es común: la liberación de su tierra.
Lo cierto es que desde hace años una sórdida batalla ensangrienta la Tierra Santa. No es el caso ya de analizar la coyuntura internacional que provocó la expulsión de los palestinos de sus heredades. Sólo hay una realidad: miles y miles de hombres, mujeres y niños quedaron sin hogares. Aun en la franja de Gaza la desesperación impulsa a los refugiados a lanzar, de vez en cuando, ataques contra las fuerzas de ocupación. Cientos de cadáveres quedaron en los campos. Y ante esta masacre ininterrumpida no se oye al mundo 'occidental y cristiano' protestar por las muertes, ni por la pobreza, ni por las torturas, ni por el analfabetismo o la subalimentación, que son, al fin, otra forma de morir.
Es posible que haya sido inútil, es cierto; es posible que las víctimas fueran inocentes, también es cierto. También es posible que, por esta vía tan trágica, alguien abra los ojos ante el espectáculo de una Palestina sufriente.
Ya la reacción mundial piensa en represalias. Munich puede ser un argumento más para desatar una ola de violencia. Si se piensa terminar así a las organizaciones de guerrillas no se percibe que el mayor criadero de disconformismo es la presencia israelí en zonas que ni siquiera les fueron adjudicadas por las Naciones Unidas en 1948. Subvencionados y alentados por los Estados Unidos, los ocupantes se sienten estimulados ante el retiro ruso de Egipto. Pero según todo parece indicarlo, la guerrilla continuará. Y serán años de lucha. Ellos lo saben.”

El caso, en un reciente informe de la televisión mexicana



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