20.12.09

Fútbol

A 30 AÑOS DE LA MUERTE DE ERMINDO ONEGA
El 21 de diciembre de 1979 murió tras un accidente automovilístico Ermindo Ángel Onega, el Ronco, uno de los grandes volantes y delanteros de la historia de River Plate. Nacido en Las Parejas (Santa Fe) el 30 de abril de 1940, debutó en primera división en 1957 reemplazando a Ángel Labruna en un clásico con San Lorenzo. Ese año ganó su único campeonato en el equipo millonario, ya que luego le tocó jugar en los años le donde los títulos fueron esquivos a River. Fue titular en la Selección argentina en el Mundial de Inglaterra `66. Además, jugó en Peñarol de Montevideo, Vélez Sarsfield y La Serena, de Chile. Fue fundador del club Renato Cesarini.



Texto de la nota Ermindo Ángel Onega, publicada en el anuario 1962 de la revista River.

ERMINDO ÁNGEL ONEGA

"Centro y objeto de las más apasionadas discusiones en el ambiente riverplatense. Los jugadores, sus compañeros, lo tienen conceptuado como un extraordinario valor, llegando algunos a decir que si tuvieran plata, se lo comprarían para verlo jugar en exclusividad. La mayoría de los directores técnicos elogian sus grandes condiciones, y un gran sector del periodismo lo incluye abiertamente entre los hombres sabios del fútbol actual. Parecería que la mayoría de opiniones calificadas se vuelcadecididamente a su favor, y extraña entonces que haya lugar a discusiones, pero... a otro gran sector de las tribunas no les gusta, o no les gustaba, y opiniones también calificadas lo discuten. Se ha convertido en un caso único en el fútbol y digno deconsideración especial. Lo extraordinario es que nadie niega sus aptitudes técnicas, ni su condición de forward hábil y peligroso, como nadie cierre tampoco los ojos a la cantidad exorbitante de goles que lleva convertidos en todas las divisiones en que actuó. Se le reprocha, por parte de sus detractores, la insuficiencia anímica que le perjudica actuando en el equipo superior, en el queefectivamente tuvo serios altibajos, y le dan a tal fenómeno el suficiente valor como para descalificarlo como elemento útil. Y mientras esto se afirma y las voces se levantan en su ataque o en su defensa,Onega continúa desconcertando, y tras producir algunos trabajos interesantes en la punta derecha de nuestro ataque en 1962, pasa a la reserva, quizá erróneamente postergado en ese momento, y luego de algunasperfomances vacilantes , directamente se constituye en la gran atracción del conjunto de segunda, monopoliza la distinción semanal de 'La Figura' y vuelve a sumar goles en cantidad tal que por mucho que se haga, nadie podría alcanzarlo. Eso sin haber jugadoíntegramente el campeonato de esa categoría. Tanto ruido justificado producen sus labores, que el caso Onega pasa otra vez a plano relevante, y el choque de opiniones torna a producirse. Hoy, sin embargo, poco a poco, se va llegando a un acuerdo: es indudablemente un valor de primera línea, al que afectaron problemas de índole psicológico que le impidieron rendir todo lo que puede en primera división. Más formado, más maduro, va en camino de superar tales problemas y de estabilizarse en el nivel que por sus condiciones debe necesariamente ocupar. Buen físico, cuando está en disposición, la fuerza brota en sus desplazamientos, que dan la sensación de potenciaincontrolable . Buen panorama, buen criterio par entregar y excelente trato de pelota, con dominio, con buen gusto y espectacularidad, sabe trabajar abajo y terminar arriba, con decisión, habilidad y contundencia demoledora. Sabe buscar el arco y saca los disparos con facilidad y potencia, reuniendo todas las condiciones necesarias para el buen delantero. En teoría,verdaderamente , tiene lo fundamental. 1962 puede haber sido un año importante para él porque quizás haya sido el último con problemas, desengaños y amarguras. Se está asentando y 1963 puede mostrarnos a unOnega completo y perfeccionado, en situación de cumplir los grandes destinos que todos quienes siempre le han defendido han venido preanunciando. Por el bien de él, de River y de todo el fútbol, que así sea".

Rescate
Así como respeto
a la efímera existencia
acuso frente al mundo
a la famosa muerte,
aquella milenaria prostituta
que un día terrible de diciembre
se enamoró del hombre que jugaba.
Se enamoró, no más,
la vieja muerte,
de aquel que llevaba
la frente erguida y despejada.
Lo rescató del hierro retorcido,
le dijo te regalo
el espacio de mi cielo,
toda la cancha, la pelota...
Y así fue que organizó
un partido a beneficio
total de la belleza
al que asistieron
las almas del lugar.
La crónica asegura
que fue una fiesta
de espíritus y asombros,
que la comarca entera
siguió al titiritero
de la ronca voz
para gritarle Ermindo.
Por eso se quedó.

Poesía de Carlos Ferreira, publicada en el libro A mi juego..., ediciones La Campana, 1983.


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