28.9.09

Revisionismo y política

HACE 20 AÑOS LOS RESTOS DE ROSAS LLEGABAN AL PAÍS
El sábado 30 de septiembre de 1989 los restos de Juan Manuel de Rosas arribaron a la ciudad de Rosario. Repatriado desde Inglaterra, donde falleció en 1877 tras 25 años de exilio, la figura del dictador motivó durante años encendidas polémicas entre los historiadores. Las controversias también llegaron hasta la actualidad, cuando el presidente Carlos Menem utilizó la figura de Rosas una semana antes de anunciar un amplio indulto a personas involucradas en la violencia política de las décadas del '70 y el '80. La crónica de Página/12 del día 1 de octubre de 1989.


LA VIDA COLOR DE ROSAS
"El presidente Carlos Menem eligió la ciudad de Rosario para convocar, una vez más, a la unidad nacional, recibir los restos del caudillo más odiado y simultáneamente sacralizado de la historia argentina y confirmar con un discurso severo que el proceso de 'reconciliación' por él concebido termina invariablemente en la potestad constitucional que lo habilita a indultar.
Al pié del Monumento a la Bandera, a metros del río Paraná y frente al ataúd de Juan Manuel Ortiz de Rosas y López -en el país luego de 137 años de ostracismo-, el Presidente preguntó a los escasos miles de personas presentes algo que consideró clave para el pueblo y su futuro: '¿Es posible construir una patria sobre el odio entre hermanos?'. Menem lanzó nuevamente la inquietud. Esperaba una respuesta que no tardó en llegar. 'No', respondieron algunos funcionarios y miembros del Gobierno desde el palco oficial. 'No' respondieron los que detrás de las vallas vieron pasar la cureña que transportaba los restos del Restaurador.
El Presidente aludió en más de una oportunidad al concepto de afianzar la tolerancia. Por el mismo andarivel transcurrió el discurso de quien lo precedió, el nieto del recién llegado, el embajador Ortiz de Rozas, quien abogó porque la 'dialéctica de la violencia, de la fuerza sea erradicada para siempre'. Menem reafirmó la expresión de deseos con una taxonomía simple: 'No a la revancha, no a la división, no al resentimiento, no al sectarismo. A la soberbia de creerse dueño de toda la verdad. No a la intolerancia, agitando viejos errores (...), sí a la valentía de perdonar viejos agravios, de pacificar espíritus, de sepultar odios, de reconocer los desaciertos'.
La idea de una Argentina terminal y otra que nace volvió a sobrevolar el discurso presidencial. Una y otra vez aparecía como el impulso destinado a tender un puente histórico entre un pasado violento y la expectativa de un futuro 'posible'. 'Estamos despidiendo el país viejo, malgastado. Le estamos diciendo adiós al país del fracaso, de los mitos, de las falsas ilusiones. Estamos proclamando que no hay más tiempo en el país donde no hay más muertes por creer diferente. Vengo a inaugurar un tiempo de síntesis, sin ningún tipo de exclusión'.
Menem aseguró no estar preocupado por lo que consideró 'la pasión' por el nacimiento de una 'Patria nueva'. Sí, enfatizó, le inquieta 'la furia por pretender anclarnos en un país viejo. Y en esa pasión venimos a rescatar la figura de Juan Manuel de Rosas'.
El mensaje presidencial fue directo, llano, aunque necesariamente cargado de simbolismos. Para los paisanos de los grupos tradicionalistas que hicieron su noche de vigilia esperando la llegada del ex gobernador de Buenos Aires, la idea de tolerancia expresada por el Presidente es 'así, señor, hay que hacer las paces de una buena vez. Sin reconciliación no hay futuro. Este país ya sufrió mucho', como repetía el gaucho Ramón Fernández, responsable además de un programa radial en Rosario.
(...)
Cada afirmación de Carlos Menem en el palco arrancaba asentimientos. Sintéticamente, el Presidente ponderó así su idea de la tolerancia y la reconciliación:

* En la unidad nacional nadie está obligado a renunciar a sus ideas y a su juicio histórico.
* Nadie está obligado a claudicar en sus opiniones sobre nuestro pasado.
* No queremos la unidad oficialista. No trabajamos para forjar la unidad de los obsecuentes. No ofrecemos lo mejor de nuestra vida por la unidad de los autómatas ni de los títeres ni de los esclavos mentales.

* Quiero que mi voz suene con toda la fuerza. Con toda la fe. Con toda la convicción que tengo. Quien quiera oír, que oiga. Quien quiera seguir, que siga. Quien quiera construir, que construya.

* Estoy dispuesto a pagar los costos políticos del mundo con tal de que nuevamente nos demos la mano.
* Soy el presidente de absolutamente todos los argentinos. De los que me votaron y de los que no. De los que piensan como yo y de los que piensan distinto; de quienes me creen y de quienes todavía dudan; yo, Carlos Menem, soy el presidente de la soberanía nacional.

Como un puente entre el pasado y el futuro podría computarse, tal vez, la reaparición del Comando Nacional Universitario (CNU) una organización estudiantil, que en los años de plomo hizo una clara opción por la ultraderecha. En las paredes de Rosario aún se puede leer la consigna 'Rosas vuelve a la Patria. Menem cumple. Ni yanquis ni marxistas'; el fervor anacrónico del Peronismo Revolucionario que, colgado en los caños de una plataforma destinada originalmente a los hombres de prensa recreaba en sepia la estética del '73. Y la presencia pasiva, solitaria, de ex combatientes de Malvinas, que al llegar se ubicaron a continuación de la formación militar.
Prácticamente todo el staff gubernamental participó del acto: los ministros Antonio Salonia, Eduardo Bauzá, Antonio Erman González, Domingo Felipe Cavallo, Ítalo Luder; los secretarios Moisés Ikonicoff, Julio Bárbaro, Rubén Cardozo; los gobernadores Antonio Cafiero, Jorge Busti, Néstor Perl, José Octavio Bordón, Víctor Reviglio, Hernán Cornejo; el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri; el jefe del bloque justicialista de la Cámara, José Luis Manzano; el vicepresidente Eduardo Duhalde y la primera dama Zulema Yoma de Menem, entre muchos otros.
(...)
(La ceremonia) "terminó con el féretro del caudillo de Buenos Aires embarcado rumbo a su puerto a bordo del patrullero ARA 'Murature'. Antes de que la cureña iniciara el lento desplazamiento al buque, el Presidente había cerrado la celebración con una cita de José Hernández: 'A veces, saber olvidar también es tener memoria', dijo, como para que no quepan dudas de sus convicciones".


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