30.9.09

La represión en la ex Terrabusi

1985: LA HUELGA EN FORD MOTORS ARGENTINA
El actual conflicto con la empresa alimenticia Kraft trae a la memoria la huelga y ocupación de otra compañía estadounidense, Ford Motors Argentina, sucedida en los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín. En junio de 1985 los trabajadores de la automotriz ocuparon la planta de General Pacheco para resistir al despido de 33 obreros. La empresa había roto un acuerdo firmado el mes anterior donde se comprometía a no despedir a 750 empleados, y precipitaba uno de los más graves conflictos laborales de las últimas décadas. El fin de la disputa en Por qué ganó la empresa, nota de Luis Majul publicada en El Periodista, Nº 45 del 19 de julio de 1985.


"¿Quién ganó el conflicto en Ford? Sin lugar a dudas, la empresa, ya que la mayoría de los casi 4.000 trabajadores que ocuparon la planta de General Pacheco durante veinte días se encuentran ahora en un estado de indefensión jurídica casi absoluta. Para ejemplificar: 1) sus empleadores no les pagarán los días que duró la toma del establecimiento; 2) la empresa no se comprometió a reincorporar a los 33 despedidos y los amenaza con llevar hasta las últimas consecuencias los juicios ya iniciados; 3) los trabajadores no tienen garantías ni de la firma -ni del Ministerio de Trabajo (a cargo de Hugo Barrionuevo)- de que no se tomarán represalias.
Ford ya anunció públicamente que le sobran ochocientos operarios. Esa amenaza de la empresa justifica la decisión sindical de proseguir la lucha. Y para citar el último precedente, es importante recordar que en marzo de 1982, faltando apenas dos semanas para la ocupación argentina de las Islas Malvinas, esta misma firma se desprendió de 3.200 trabajadores. En ese momento, la protesta sindical quedó ahogada por el triunfalismo.
La comisión interna liderada por Miguel Delfini pecó de apresuramiento. Objetivamente, no tenía ninguna necesidad de iniciar medidas de fuerza y sí de esperar la resolución de la cartera laboral que, seguramente, hubiera debido ratificar el acuerdo firmado en junio por el que la empresa se había comprometido a no practicar despidos.
¿Fue esto último una provocación de los directivos de la Ford para enfrentar a la comisión interna con la conducción nacional del Sindicato de Mecánicos y Trabajadores Afines (SMATA)?

La CGT en posición incómoda

José Rodríguez, titular del SMATA, fue utilizado por Bernardo Neustadt para defenestrar públicamente la ideología de la comisión interna que encabezó el conflicto y que aquél nunca pudo dominar.
Rubén Pardo, secretario adjunto, le hizo de comparsa a Rodríguez en la caza de brujas de los delegados, y el caldo gordo al gobierno y a la Ford para justificar eventuales represalias. Ninguno de los dos, cuando levantó la voz, tuvo en cuenta que la medida de fuerza fue decidida por una asamblea de la que participaron casi 4.000 obreros.
Delfini también se equivocó al comparar al presidente de la República con un 'general del proceso'. Esa visión distorsionada de la realidad respalda a quienes, como Rubén Pardo, ponen el acento no en el atropello de Ford sino en 'el extremismo' de Delfini.
También la conducción nacional dejó aislada a la comisión interna en el aspecto legal. Cuando la ocupación redondeaba una semana, el SMATA sintió la necesidad de aclararle a la cartera laboral que no había propiciado ni decidido la acción de sus afiliados, para evitar la pérdida de la personería gremial y la inhabilitación por tres años de sus principales dirigentes.
'Si vas a la fábrica te tenés que atener a las consecuencias', le dijo José Rodríguez a uno de los secretarios generales de la Confederación General del Trabajo, Saúl Ubaldini, según reproduce en su columna Mario Baizán, del servicio especial de la agencia Noticias Argentinas.
(...)
La iniciativa de la comisión interna de desocupar el establecimiento evitó males mayores. Casi 2.000 efectivos policiales vieron retirarse a los trabajadores con caras de pocos amigos. ¿El gobierno estaba dispuesto a reprimir a cualquier precio? Cuando promediaba el conflicto, una alta fuente del Ministerio de Trabajo consultada por El Periodista trató el tema con ambigüedad. Dijo, en primer lugar, que el gobierno, cuando inició la reforma económica, no consideró entre sus propios costos la represión a los trabajadores. Pero no mencionó si lo haría en caso de considerarlo necesario. En cualquiera de los sentidos es un tema que lo preocupa, y que lo preocupará aún más a medida que se multipliquen los conflictos sectoriales.
Este punto, junto con la negativa repercusión que tuvo en el exterior la evolución del problema de Ford, se sigue discutiendo en los despachos del gobierno y en las cúpulas sindicales. Una vez más, los trabajadores perdieron".

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