10.9.08

PERÚ-ARGENTINA EN LA HISTORIA

Deportes
En la serie de enfrentamientos entre las selecciones del Perú y la Argentina, algunos partidos han perdurado en la memoria. Distintos fueron los motivos, y en ocasión de un nuevo choque entre ambos equipos de fútbol, rescatamos tres de ellos: la tragedia de Lima de 1964; la derrota que marginó a nuestro representativo del Mundial de 1970; y la famosa marca personal de Reyna a Maradona en las eliminatorias para el segundo Mundial de México.


PERÚ 0 - ARGENTINA 1
Lima: Estadio Nacional. 24 de mayo de 1964

EL LUTO MAYOR DEL FÚTBOL
Hoy, 24 de mayo, se cumplen quince años de la tragedia de Lima. Dos hombres de La Hoja fueron testigos y no lo olvidarán jamás…

Quince años no han logrado borrar ni una sola de las imágenes de aquel episodio. Un saldo de más de 300 muertos en una cancha de fútbol encerró la nota más negra que ha vivido este deporte en su historia, y el recuerdo más amargo que guardamos en nuestros 24 años de periodista. La tarde del 24 de mayo de 1964, en el estadio de Lima, está fresca en la memoria y en el corazón, porque hay que volver a actualizarla sobre la base de eso, a mente y sentimiento. Fuimos los únicos enviados especiales de un medio de Buenos Aires, simplemente a un partido más en el marco del preolímpico de Lima, que clasificaría a dos equipos para los juegos de Tokio. El partido -por supuesto- casi no interesa frente a la inmensidad de la tragedia. ¿Qué pueden importar 90 minutos ante el saldo mortal y las escenas desgarradoras que nos tocó vivir? Argentina vencía a Perú por 1 a 0, gol anotado por Manfredi, y su defensa soportaba firme los embates locales de los últimos minutos en busca de la paridad. Ya sobre el final se produjo la jugada que desencadenaría todo: una pelota jugada sobre la izquierda del ataque peruano; el lateral Morales (Atlanta, Nueva Chicago) que se apresta a intervenir y la entrada del puntero izquierdo Lobatón, con el pie izquierdo en plancha, llevándose por delante pierna y pelota, rumbo a la red. La grita de gol llenó el estadio, un escenario colmado desde el mediodía, con el consumo de pisco y de cerveza a destajo, malos incentivos para la impaciencia peruana por volcar un tanteador desfavorable.

En medio de los colegas locales que festejaban el tanto, un palco de prensa lógicamente jubiloso en la instancia, vi al pequeño gran árbitro del partido, el uruguayo Ángel
Pazos, que marcaba la anulación de la conquista, con un pie adelante, señalando gráficamente la clara "jugada peligrosa" deI atacante peruano. El público se volcó sobre las alambradas y éstas parecieron que no aguantarían la reacción. La silbatina se hizo cerrada y a poco de reanudarse el juego ingresó en el campo un hincha, un tal "Bomba", con intenciones de agredir al referí. El intruso fue tacleado por la policía. Lo redujeron y fue sacado del campo de juego. En ese momento se ordenó el lanzamiento de gases lacrimógenos -la primera vez en la historia de Perú- mientras por el otro sector, frente al palco oficial, ingresaba tras la breve reanudación de encuentro otro hincha con el cuello de una botella rota. Se repitió la diligente acción policial, pero ya el partido no podía continuar. Así lo entendió el propio Pazos que, ubicado muy cerca del portón central, dio tres pitazos, levantó los brazos y se encaminó raudamente hacia su vestuario. Bajamos de nuestra ubicación, fuimos hasta la puerta del camarín de Pazos, y allí encontramos al señor Teófilo Salinas, actual presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, que se dirigía al juez en forma amenazante: "Salga a dirigir, todavía faltan unos minutos, salga inmediatamente". La voz de Pazos fue escuchada claramente, por Salinas y por nosotros: “No hay garantías, el partido terminó, ganó Argentina por 1 a 0".

Comienza el drama

En esos mismos momentos se originaba, lejos de nosotros, la gran tragedia. Los gases lacrimógenos provocaron el pánico y la muchedumbre corrió, despavorida, hacia una ancha salida en el sector popular. Un detalle casi doméstico se sumó para apresurar el drama: los porteros hablan ido a cobrar su jornada de trabajo, algo que se cumple en pocos minutos, y con tal fin hablan cerrado el gran portón de salida. Es fácil imaginar lo sucedido: quienes llegaban se encontraban con el paso Infranqueable y al pretender volver se enfrentaban con el otro grueso del público que pugnaba por salir. Las caídas inevitables, la desesperación y una pila humana -unos sobre otros-, que provocó la muerte por asfixia de más de 300 personas.

¡Sálvese quien pueda! Todo esto lo supimos después, nosotros y los integrantes de la selección juvenil. Tras nuestra ubicación frente al camarín de Pazos comprendimos -sin tener una idea de la inmensidad de lo ocurrido- que algo extraño estaba pasando. El pasillo se llenó de gente y, en medio de la barahúnda, nos encontramos con Bulla, autor de los tres goles frente a Uruguay, excluido por lesión. Nos miramos y la pregunta fue coincidente: ¿dónde nos metemos? En ese momento, en el otro extremo del pasillo; vimos que los jugadores argentinos, a toda carrera, se introducían en una habitación. A los treinta segundos estábamos todos juntos. Se trataba de un baño de cuatro por cinco, pero no importaba. Era nuestra salvación, la de todos. Resolvimos aguantar la puerta y le pusimos el hombro, jamás con tanta fuerza, junto con Cejas, Pazos, Perfumo y Senana. "Silencio, a no hacer ruido". Ninguno imaginaba lo otro. $e trataba simplemente de evitar la posible ira de la hinchada de Perú. A la media hora se hizo la calma, pero ninguno se animaba a salir al pasillo.

Los más sofocados se refrescaban con agua del inodoro -las canillas no funcionaban- y en esa tarea colaboraba Techera, jugador oriental, buen amigo de todos, pese a los puntapiés de días atrás en el clásico rioplatense. Un policía dio la orden: "abran", e introdujo; inconsciente, a un niño de 8 años. EI doctor Bueno, el médico de la delegación, le practicó respiración boca a boca y el pequeño –allí lloramos todos- dio señales de reacción. Bueno dio la orden al policía: "Lleve a este niño a un hospital, aplíquele el pulmotor y lo podrá salvar". Ya llegaban las primeras cifras: "hay como 30 muertos". Faltaba un cero. A las 8 de la noche, cuando salimos del estadio en compañía del árbitro Pazos, en medio de una doble fila de policías, encontramos al niño a tres metros del baño. Lo habían dejado allí. Ya nada podía hacerse. . .

El regreso

Se había decretado la ley marcial en Lima, pero la obligación periodística nos llevó a recorrer hospitales, a observar a padres de rostros desencajados que miraban las filas de muertos ansiando no encontrar a su hijo perdido. Compramos fotos en varios diarios. Ya las seis de la mañana nos dirigimos hacia el aeropuerto para tomar el avión que nos llevaría de regreso a Buenos Aires. Pensábamos en los jugadores que quedaban en el hotel, en lo que habría sucedido con Pazos. ¿Dónde estaría? Al subir al avión de Panagra lo encontramos. No sabía a ciencia cierta lo sucedido. De pronto llegaron los diarios y los titulares anunciando todo, las cifras de muertos. Uno de ellos publicaba una foto de Pazos con un título injusto: "El culpable de la tragedia". Las cuatro horas del viaje a Buenos Aires las empleamos en consolar a un hombre que lloró durante todo el trayecto. Al llegar a Ezeiza nos dijo una frase que se nos ocurrió la mejor síntesis de su honesta actitud de referí y de su dolor de hombre: "Si hubiera sabido que morían 300 personas, hubiera convalidado el gol y en ese momento colgaba el silbato para siempre".


El Veco



Roberto Perfumo

"El susto más grande de mi vida"


“Entramos a la cancha con Cejas en el arco… La línea de cuatro la formaron Morales, Bertolotti, yo y Pazos, este último en lugar de Sesana que estaba sentido… en el medio campo lo hicieron Malleo, Mori y Manfredi… Y adelante se alinearon Ricardo Pérez, el pibe Domínguez (Villa Dálmine) y Ochoa. ¿Quién de nosotros, la mayoría con 20 años o menos, podía imaginar lo que iba a ocurrir? Quiero recapitular lo sucedido y sólo me quedan imágenes de horror y la sensación cabal del susto mayor que he experimentado hasta hoy. Las persianas reventadas del portón trágico, las filas de ataúdes en una sucesión como ojalá no se vuelva a ver y el pánico que nos ganó a nosotros por temor a las represalias aunque nada teníamos que ver con lo ocurrido. Salimos del estadio vestidos de futbolistas, porque nadie pudo llegar al vestuario donde habíamos dejado la ropa.


En el hotel nos habló Quaranta Casas, presidente de delegación, tratando de calmarnos. Entre los muchachos resolvimos juntar todos los colchones en dos suites y así pasamos tres días. Inseparables, durmiendo juntos, comiendo juntos, sin nadie que se atreviera a largarse solo. Una noche quisimos bajar un rato, el ascensor hizo un ruido sordo, un estrépito, y salimos corriendo como pibes asustados. Una experiencia terrible: El dolor por haber sido protagonistas de una página que nunca se volverá a repetir y el reconocimiento más grande al árbitro del encuentro. Siempre que me preguntan por el nombre de un juez de fútbol, repito el mismo: Ángel Pazos.

Porque jamás me sentí tan respaldado por la imparcialidad más absoluta del encargado de dirigir un partido y hoy, a quince años, le vuelvo a extender mi felicitación. No olvido tampoco a nuestro técnico Ernesto Duchini, a su actitud paternal tras las horas que siguieron al episodio. No puedo agregar más nada, mi adhesión por el dolor del pueblo limeño y la satisfacción, lógica, de haber salido con vida de una pesadilla que vi con los ojos abiertos”.

Nota publicada en la revista La Hoja el 24 de mayo de 1979


ARGENTINA 2 - PERÚ 2

Buenos Aires: Estadio de Boca Jrs. 31 de agosto de 1969

Eliminatorias del Mundial 1970


Por primera y única vez, Argentina quedó afuera de un mundial de fútbol al perder las eliminatorias. En esa ocasión el combinado nacional fue vencido en los dos partidos de visitante frente a Bolivia (3-1) y Perú (1-0), y en las revanchas, jugadas en la Bombonera, el triunfo contra Bolivia (1-0) y el empate con el Perú (2-2) no alcanzaron para clasificar al campeonato de México'70




PERÚ 1 - ARGENTINA 0

Lima: Estadio Nacional. 23 de junio de 1985

Eliminatorias del Mundial 1986


Luego de vencer a Venezuela y Colombia de visitante y de local, la Argentina viajó a Lima para enfrentar al combinado peruano, en el único encuentro que perdió en esas eliminatorias. El partido se caracterizó por la marca pegajosa y plagada de incorrecciones del volante Luis Reyna. "Ese sello me quedará para siempre. Por donde vaya, me recuerdan ese partido. Y en Argentina, más. Capaz que no me reconocen por el rostro, pero digo mi nombre y enseguida me preguntan: '¿Vos no serás el hijo de puta que marcó a Maradona?'", reconoció Reyna al diario Olé . "Para mí fue una deshonra. Y maldigo el día que tuve que hacer esa marca. Pasaron quince años y, la verdad, nunca quise hablar".



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